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Familia
Respira, dialoga y ayúdale a tu hijo a manejar la ira
Las relaciones en el hogar son un entrenamiento para los futuros vínculos que establezcan tus hijos. Si el enojo prevalece en ellos, ayúdales a controlarlo. Si te cuesta, busca a especialistas
“No sé qué hacer con él”, “Es bravo, no se le puede decir nada” son frases pronunciadas por padres en el consultorio de la psicóloga clínica Mónica Llanos, para quien la ira está vinculada a la violencia. La primera es emoción y la segunda es reacción, hay un estímulo y una respuesta. Por eso es necesario enseñarles a los hijos el dominio propio.
Su colega Yanira Ibarra señala que los progenitores suelen creer que una conducta de enojo se aplaca con más enfado, y en ocasiones terminan gritando, golpeando o castigando, sin obtener buenos resultados.
“¿Qué aprende el niño? A no controlar su enojo, sino más bien a dejarse llevar por el mismo. Cree que explotar, gritar o golpear es la forma de controlarlo. Sin embargo, más adelante esto puede llegar a incurrir en problemas de atención y de habilidades sociales cuando los menores reaccionan frente a otras personas”, explica Ibarra.
‘Pilas’ con la violencia
Esta tiende a ir en aumento: el niño empieza gritando, golpeándose, rompiendo juguetes u otros objetos; a medida que crece insultará, golpeará las cosas que están a su alrededor y terminará agrediendo a otros, en primer lugar a su círculo cercano y luego a personas externas, manifiesta Llanos.
En momentos de ira, tanto los padres como los niños pueden llegar a decir cosas que no son ciertas y que hieren a los demás. “El cerebro no está funcionando en su totalidad, no somos capaces de sentir empatía o pensar lógicamente”, finaliza Ibarra.
Enseñanza y control de emociones
Para Ibarra, lo primero que se debe hacer es enseñarle a diferenciar sus emociones. Antes del año de edad incluya en su vocabulario las emociones básicas: felicidad, tristeza, enojo, sorpresa. Hágalo lúdicamente, use juegos o videos musicales.
Si tiene una rabieta, háblele y empatice. Hasta los cuatro años puede distraerlo de lo que lo enoja y luego explicarle qué puede hacer cuando se sienta así (pintar, estar en su cuarto hasta que se calme, etcétera).
Con los chicos más grandes (a partir de cinco años) se debe empatizar y aplicar una consecuencia en el caso de que su conducta sea disruptiva. Castigar no es lo mismo que colocar una consecuencia; esta tiene como meta la enseñanza.
Los padres están priorizando el desarrollo de la inteligencia racional y descuidando la emocional, cuando las dos son importantes. Si no lo forman en la segunda, pueden ser unos discapacitados emocionales, indica Llanos.
EXTRATIPS
- Sé ejemplo de autocontrol, expresando lo que sientes. Por ejemplo: “Ahora mamá está enojada, hablaremos más luego cuando se sienta mejor”. También pregúntate: ¿Qué ganas con enfadarse? Mejor enfócate en el problema y en su solución.
- Tiempo de autocuidado. Este consiste en realizar una actividad que les ayude a relajarse y tranquilizarse para que sus cerebros restablezcan sus conexiones. Identifiquen qué les enfadó y qué les ayuda a calmarse: oír música, leer, entre otras opciones.
- El enojo no debe ser igual a agresión. Enséñale eso a su hijo: la ira no debe traducirse en un acto violento contra sí mismo, otras personas, mascotas u objetos.
- Tolerancia a la frustración. Desarróllala en ellos al no concederles en forma inmediata algo que quieran. Hoy en día hay una cultura de complacencia e inmediatez nociva.
- Hagan ejercicios de respiración. Y si los enojos son frecuentes e interfieren en la resolución de problemas y relaciones, busca ayuda profesional, un psicólogo los puede orientar.