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Buena Vida
¡Pilas! Dormir poco o demasiado, puede matarte
Expertos recomiendan tener una siesta terapéutica, no más de 40 minutos para recuperar energía.
Los médicos sugieren que la mejor forma de conciliar el sueño y recuperar energía es dormir ocho horas al día. Es decir, ni dormir como koala (18 a 22 horas), ni dormir como jirafa (4,6 horas).
Sin embargo, por la situación laboral, problemas conyugales o situaciones de estrés, las personas tienden a olvidar pegarse una ruca "como Dios manda". Además, la mayoría no descansa ni siquiera seis horas (tiempo mínimo recomendado por médicos) por lo que se les hace imposible recuperar y renovar las energías perdidas para realizar sus quehaceres cotidianos.
Pese a esto, biológicamente la necesidad de sueño de un adulto medio es de 7.,5 a 8 horas, independientemente de diferentes culturas o ambiente. Así lo dice el doctor Jorge Naranjo, especializado en Neurología del Hospital Alcívar y OmniHospital, quien expresa que esta necesidad se determina por la herencia, más que por los diferentes rasgos de personalidad u otros tipos psicológicos, pero pueden intervenir factores sociales y biológicos.
“Estas necesidades disminuyen a medida que el ser humano comienza a aumentar su edad. Los recién nacidos tienen un patrón de sueño de 16 horas; los de 3 a 5 años, 10 horas”, sostiene Naranjo, mientras que los preescolares adoptan un patrón bifásico (duermen de día y noche), y los adultos normales descansan las ocho horas, pero en la vejez bajan las horas de sueño a 5.
Por su parte, el psicólogo clínico, Mario Villalba Vasco, del Ministerio de Salud Pública, expresa que no dormir lo suficiente es “lamentablemente”, ya que muchos estudios reflejan que las horas perdidas, o sea, las horas que uno no ha conciliado el sueño o que se ha desvelado, no son recuperables.
Es que la gente que tiene agenda apretada, ya sea por sus horarios de estudio o trabajo, tienen un poco más de resistencia o tolerancia a no dormir mucho. Sin embargo, Villalba dice que eso, más bien, repercute cuando pasan los años y esta resistencia al sueño ayuda a deteriorar el cuerpo.
Y es que cuando llega el fin de semana todo se pone ‘patas arriba’. Naranjo trae a relucir el término jet lag (descompensación horaria) que es la discrepancia en el patrón del sueño de una persona entre los días laborables y el ‘finde’, lo que hace que se sienta cansada y fatigada por las largas jornadas dormilonas.
“No es porque si soy joven tengo resistencia a no dormir bien. Puede que por el momento no sienta nada, pero cuando llegue a la adultez notará que se cansa más y tenderá a tener problemas para conciliar el sueño”, advierte, ya que cuando ha habido esa descompensación de joven, las personas adultas -que por a o b motivo han pasado por esto- presentan problemas de insomnio y algo más: “automedicación”.
La gente ha variado las horas de descanso, poniendo primero la diversión antes que la salud. Naranjo explica que en los hábitos del sueño se identifican dos tipos de individuos: los vespertinos o búhos, que se levantan tarde y se encuentran cansados por la mañana, pero que están activos al final del día; y matutinos o alondras, quienes se despiertan temprano –descansados y renovados- y rinden más por la mañana.
LA DIFERENCIA ENTRE LAS 'RUCAS' LARGAS Y CORTAS
Villalba sostiene que existen dos tipos de descanso: las ocho o seis horas diarias y las siestas. Añade que los jóvenes tienen que darse el tiempo para descansar y dormir por lo menos 6 horas y tener momentos de reposo, por ejemplo, tomar una siesta terapéutica.
“El mayor ejemplo está en los futbolistas. Ellos toman siestas terapéuticas entre 30 y 40 minutos, donde el resultado es un descanso placentero y vital”, dice.
“Cuando uno duerme dos o tres horas se levanta más cansado. En cambio, las personas que hacen siestas terapéuticas se levantan con más energía; eso es lo que se ha comprobado psicológicamente”, acota Villalba. Pero si esta siesta, dice, pasa las dos horas es muy dañina, e incluso peligrosa. ¿La razón? Provoca fatiga.
Incluso, sostiene el neurólogo, cuando uno duerme ‘como bebé’ el cuerpo sigue trabajando, por ejemplo, la frecuencia cardíaca, la presión arterial y el gasto cardíaco disminuyen. También hay una disminución en la ventilación alveolar, termorregulación del cuerpo, secreción de jugos gástricos y saliva.
LOS PROBLEMAS DE DORMIR POCO
A nivel psicológico existe un problema cuando las personas no duermen lo suficiente: el trastorno del sueño, y este se da por alguna descompensación de horas de sueño –a nivel laboral o por alguna interrupción externa- donde la única forma de sobrellevar este problema es trabajar “a nivel de terapia y mostrándole técnicas de relajación”, pero hay otro problema: la apnea del sueño.
Este es un trastorno bilógico donde el involucrado es el corazón o alguna conexión cardiaca. “Son problemas que mientras se duerme pueden provocar la muerte. Para este problema se recomienda usar una máquina para que de oxígeno a la persona afectada y que regule sus pulsaciones para que pueda descansar sin correr el riesgo de fallecer”, dice.
¡LEVÁNTATE, CUERPO VAGO, NO DUERMAS TANTO!
La alteración del rendimiento, productividad, de la memoria a corto plazo, tensión, concepción y cognición, son algunas de las consecuencias de la somnolencia diurna excesiva, ya que según Naranjo, la persona tiene alterada la calidad de vida y por ende existe un aumento de estrés psicológico y de morbimortalidad (mayor probabilidad de accidentes).
“Con frecuencia se piensa erróneamente que este tipo de persona es aburrida, perezosa y estúpida. La somnolencia excesiva puede producir problemas conyugales y sociales, además de dificultades en las relaciones interpersonales”, argumenta, y deriva que un 25% de la PEA (Población Económicamente Activa) presenta problemas de somnolencia a consecuencia del sueño insuficiente y arritmia circadiana que provoca problemas digestivos.
No dormir lo necesario puede hacerte perder kilos de más y tener un ‘bajón’ en las defensas, dándole ‘pie’ a la ‘huesuda’ para que te lleve al panteón.
Así las cosas, debes procurar dormir lo necesario. No dejes que por 'caer' en los brazos de Morfeo este te lleve a un sueño del que no puedas despertar.