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Buena Vida
Hermano Gregorio, el médico más amado
Los restos del siervo de Dios serán exhumados, en su país de origen. En Guayaquil lo siguen hace cinco décadas
El próximo año será beatificado el venezolano José Gregorio Hernández Cisneros, llamado “médico de los pobres”. El papa Francisco aprobó el decreto en el cual se reconoce la sanación de una niña por su intercesión y eso ha alegrado a sus miles de seguidores que creen en sus favores.
Por el anuncio de la ceremonia de beatificación, en su país de origen, los creyentes participaron de una vigilia en su honor e hicieron repicar las campanas, en junio pasado.
En Venezuela está previsto, en octubre próximo, hacer la exhumación de los restos del siervo de Dios para reubicarlos en el altar de la Iglesia Candelaria de Caracas.
Un médico y religioso
El hermano Gregorio, como también conocen a este venezolano, a quien se hacen peticiones en diversas localidades, entre ellas la ciudad de Guayaquil, en Ecuador, nació en Isnotú, en el estado occidental de Trujillo, el 26 de octubre de 1864.
Hernández Cisneros estudió Medicina, se desempeñó como profesor universitario y científico, pero también tuvo vocación religiosa e intentó ser monje y fue franciscano seglar.
Su labor altruista lo llevó a atender a muchas personas desfavorecidas, a las que incluso daba los remedios. Por esto se ganó el cariño de centenares de personas.
El 29 de junio de 1919, Hernández sufrió un accidente de tránsito en Caracas. Tras el impacto de un vehículo, cayó y se golpeó la cabeza con el borde de una acera y murió cuando tenía 54 años. Desde ahí surgió su leyenda de las espirituales curaciones.
Oraciones los 27 de cada mes
En la ciudad de Guayaquil, los creyentes en la acción espiritual del hermano Gregorio acuden, especialmente los días 27 de cada mes, al templo de San Antonio de Padua, ubicado en Urdesa Norte.
Oran antes sus imágenes, encienden velas, le agradecen y piden por su salud.
En una de las paredes se exhiben las placas de agradecimiento de sus seguidores por los “favores” que él les habría dado
Este constante ir y venir de peregrinos en el Puerto Principal surgió en la década de los 60, cuando un grupo de creyentes en el médico venezolano llegó hasta la iglesia de Urdesa y pidió que les acepten una reliquia del hermano Gregorio y se celebre una misa en su honor los días 27 de cada mes.
Los principales de la Iglesia guayaquileña aceptaron aquella petición del grupo que lo encabezaba una señora, quien dijo haber sido curada de cáncer por el extinto médico. Así empezaron a cumplirse las misas cada mes y la creencia en sus ‘favores’ se propagó. (IC)