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Buena Vida
Festival para agradecer a los perros se celebró en Quito
En esta ocasión se combinó varios símbolos andinos con la tradición hindú de bendecir a los animales de compañía
Le había adornado el cuello con una corona de flores. Liza llegó a la vida de Gilma Orrego hace poco más de seis años, cuando solo era una cachorrita y hoy es como su propia hija.
La mujer, oriunda de Riobamba, no podía ocultar el orgullo de ver a Liza rodeada de capullos anaranjados, junto a un pequeño altar, improvisado en el parque La Carolina, en gratitud a los animales de compañía.
“Más que cualquier otra cosa, le agradezco su presencia en mi vida. Ella es la reina de la casa, la que nos saca para dar un paseo”, describió la señora, mientras acomodaba el collar de Liza.
La perrita tiene su propio perfil de Facebook y Gilma no dudó en fotografiarla con su celular para compartir con sus seguidores el ritual en el que participaría junto a su ‘hija’.
El rito que se realizó en ese parque del norte de Quito, estaba basado en la celebración que se hace en Nepal, durante octubre. Se trata del festival Kukur Tihar, una tradición hindú para honrar a los perros.
Con algunas adaptaciones andinas, la fundación Raíz Animal, organizó la ceremonia a la que llegaron unos 40 canes con sus dueños.
Algunos ya habían sido alistados para la ocasión y lucían listones o pintura orgánica en sus pelaje. Luisa Guerrero, por ejemplo, llegó al lugar, acompañada por sus dos nenas peludas: Alu y Lena.
Ambas perritas revoloteaban por el sitio junto a los amigos de la chica, quien agradece de ellas los besos para arrancarle la tristeza, el incentivo para hacer ejercicio y sus ojos amorosos.
“A la una la rescate de un Mercado de animales y la otra fue un regalo”, explicó la muchacha, de 20 años. Ella se enteró de la actividad por medio de una amiga y no dudó en llevar a sus consentidas.
Bajo una carpa blanca, los asistentes escuchaban las palabras de Maritza Rubianes, miembro de la organización. La mujer se conmovió ante la presencia de los animalitos y sus dueños, que escuchaban el origen de la ceremonia con atención.
La activista refirió que debió adaptar algunas partes del rito a la realidad nacional, por lo que entre las ofrendas había agua, alimento para mascotas, cobijas y unas flores que simbolizaban la seguridad.
Un hombre fue quien llevó hacia el altar los girasoles amarillos. Las lágrimas brotaron de sus ojos cuando contó que el festival no solo honra a los perros, sino a todos los animales, que son “hermanos del hombre” y deben ser protegidos.
“Esto es por los perros pero también por estos animales que necesitan de nosotros”, dijo, antes de sacar un toro de felpa. Todos aplaudieron, mientras una voz gritó en camino de la abolición.
Luego de invocar a los animales de los cuatro puntos cardinales para que protejan a los seres de compañía, las perritos hicieron una fila para recibir latika, un colorante natural que representa la fuerza, el amor y la lealtad.
Liza fue una de las primeras en recibir la unción ante la mirada orgullosa de su dueña, que la sostenía por la correa. Mientas tanto las chicas de la organización le ponían el líquido escarlata en la frente y el lomo.