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El artista, fallecido el 19 de mayo de 2021, tuvo la ilusión de crear una escuela de escultores en arte religioso.Jaime Marín

Cuenca: Que no muera su herencia

Julio Jimbo, autor del Cristo del Consuelo, dibujó hasta el final de sus días. Tuvo la ilusión de crear una escuela de escultores en arte religioso

Reina el silencio en el que fue el último taller principal del maestro Julio César Jimbo Sinchi, en el barrio de Cristo Rey, al norte de Cuenca, en la provincia del Azuay.

Tras su eterna partida, el 19 de mayo de 2021, están guardadas las gubias, formones, escolfinas, sierras y otras herramientas con las que Jimbo durante su vida dio forma a diversas imágenes religiosas, entre ellas, el afamado Cristo del Consuelo, que es muy admirado en Guayaquil.

En aquel sitio, Jimbo esculpió con pasión no solo el milagroso Cristo Crucificado que desde 1960 mueve a miles de creyentes los Viernes Santo en la urbe porteña, sino muchas otras obras.

La creación de la imagen protagonista de la manifestación religiosa más importante de Sudamérica catapultó al artesano cuencano, que se convirtió en maestro escultor de arte religioso.

Tenía apenas 29 años cuando su talento, ingenio, destreza y habilidad para dar forma de santos a los maderos empezó a trascender.

El admirado Cristo del Consuelo, una de las obras emblemáticas del maestro cuencano. 13 DICIEMBRE del 2016 GERARDO MENOSCAL Agencia (ag-expreso)GERARDO MENOSCAL

Sus trabajos fueron incrementándose y muchas de las imágenes que esculpió en madera, especialidad de Jimbo, son parte de iglesias de Guayaquil, Quito, Cuenca, Huaquillas, o incluso Perú y Colombia.

La Virgen de la Paz, de Huaquillas; la Virgen de los Remedios, de Zaruma; el Cristo del Consuelo que está en San Joaquín y el Cristo de Fátima de la iglesia de El Vergel, templos de barrios cuencanos, son algunas de las obras hechas con sus manos.

También destacan el nacimiento que se expone en la iglesia de María Auxiliadora y la Trinidad que es parte del Museo de Arte Religioso de la Catedral Vieja, en Cuenca, según contó Leonardo, el último de los trece hijos de Julio Jimbo. Varias de sus creaciones también fueron para casas de familias católicas que han migrado al exterior.

Por sus obras en 62 años de trayectoria, Jimbo fue reconocido como el ‘maestro de las figuras religiosas’.

Leonardo Jimbo contó que su padre era muy detallista con sus obras.Jaime Marín

Sus imágenes religiosas son irrepetibles y quedaron como el mayor legado de este artista, que partió a la eternidad a sus 90 años, tras un problema pulmonar crónico.

“Los trabajos de mi padre son únicos”, comenta Leo, quien asegura que se los reconoce por la “perfección de las facciones y el color final que dio a cada figura”.

Leonardo detalla que su padre era perfeccionista y “exigente consigo mismo”. Pasaba horas haciendo el dibujo y moldeando la figura que iba a realizar. Cuando ya percibía las medidas, rasgos y formas correctas “iniciaba el trabajo de esculpir”, agrega. Un dibujo de Cristo fue la última obra de su progenitor.

Pese a haberlo acompañado mientras elaboraba muchos de sus trabajos, Leonardo confiesa no estar preparado para continuar con este oficio. Quien intentará mantener el arte de su progenitor es su hermano mayor, Jaime.

Jimbo tuvo unos treinta o cuarenta alumnos, pero ninguno ha decidido mantener el arte. “Todos han migrado al exterior”, precisa Leonardo.

El sueño del maestro era “formar una escuela de escultores en arte religioso”, pero no pudo concretarlo. (JM)