Gracias a sus beneficios antiinflamatorios, el uso de la árnica, una planta originaria de Europa Central, se ha expandido por toda América. Colombia es el país donde se puede encontrar esta flor de llamativo color amarillo, similar a la caléndula y de aroma a manzanilla que ha sido utilizada desde la antigüedad para calmar dolores musculares y articulares.

“Es bastante usada como gel, spray o ungüento. Se la aplica donde hay dolor, en casos de osteoartrosis es recomendada. Ayuda a desinflamar, además tiene un efecto leve de antibiótico”, recalca la terapeuta y naturópata Sandra Mercado.

Al ser un analgésico natural por su contenido en flavonoides, ácidos fenólicos, entre otros, ayuda a aliviar dolores de cabeza, articulares, musculares, así como severas molestias provocadas por lesiones y contusiones. Es por esa razón que se la conoce como la flor de los deportistas, ya que es bastante requerida, en forma de spray, por todo aquel que necesite preparar sus músculos y ligamentos para evitar lesiones producidas en el día a día o por la realización de ejercicio.

“Lo más recomendable es que su uso sea tópico y no oral, a no ser que se la encuentre entre los productos homeopáticos. También se la encuentra como suplemento nutricional, sirve incluso dentro de la gastronomía, pero hay que saber las proporciones porque en altas cantidades es venenosa”, aconseja Mercado.

Su poder cicatrizante evita que las bacterias se desarrollen. Actúa de forma rápida y eficaz sobre zonas enrojecidas e irritadas. Gracias a sus propiedades, esta planta se ha convertido en imprescindible para cuidar la musculatura y otros tejidos de nuestro organismo. Un masaje con árnica permite preparar músculos y ligamentos.

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Tres propiedades

* Antiinflamatorias: actúa sobre las inflamaciones. Reduce y alivia la zona por golpes o hinchazón.

* Analgésicas: alivia dolores de cabeza, articulares y musculares.

* Antimicrobianas: tiene poder cicatrizante. Su rápida acción evita la actividad de las bacterias y cuida la zona donde se aplica.