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Buena Vida
Ambato: Chocolateros mantienen tradición en elaboración de tabletas
En una parroquia de la capital tungurahuense hay 25 talleres donde producen las deliciosas barras con la ‘pepa de oro’
El aroma de la ‘pepa de oro’ tostada está impregnado en un barrio de Ambato, en la provincia de Tungurahua, donde elaborar barras de chocolate es parte de la identidad. Artesanos mantienen esta tradición por más de 150 años.
Es en la parroquia urbana de Huachi Chico, en el sur de la ciudad, donde se empezó a producir tabletas amargas de cacao que ahora son parte importante de la gastronomía de la ‘Ciudad jardín’.
En esta parroquia hay 25 talleres chocolateros, en algunos de los cuales mantienen la producción artesanal y se lo elabora en tres presentaciones. Incluso se formó la Asociación Artesanal La Chocolatera Ambateña y hasta crearon un museo dedicado a mostrar cómo se procesa este manjar.
Jennyfer Escobar, quien representa a la tercera generación de Chocolates Premium D’Manuel’, comentó que hace 120 años sus ancestros empezaron a preparar la pasta y es con constancia que han logrado que el producto sea aceptado por los consumidores.
“En muchos talleres ya han pasado la tercera generación en conservar la tradición de elaborar el chocolate en tabletas”, refirió la artesana del chocolate.
En el taller de esta familia, ubicado en las calles Ángel Jadán y Humberto Fierro, el progenitor, Rafael Escobar, resume que adquieren la materia prima en la provincia de El Oro. Cada 15 días les llegan 10 quintales de cacao de aroma y cada semana se procesa de cuatro a cinco quintales.
Tras el proceso de seleccionar el cacao fino de aroma, acota el artesano, siguen con la misma tradición que le enseñaron sus padres: pelar, tostar y moler.
Él se involucró desde niño en este negocio. Empezó pelando el cacao en ‘bateas’, tostarlo y molerlo de manera manual y artesanal. Ellos no desaprovechan las cáscaras del cacao, pues las usan en manualidades o es abono para los huertos.
Una vez que tienen la pasta de cacao, la amasan para refinarla y después del proceso de enfriado se les da forma en pequeñas y grandes tablas dándoles la estructura típica. Al final se obtiene el chocolate azucarado, el semiamargo y el especial, que es el más amargo. Todas las presentaciones cuentan con el registro sanitario.
Carmita López, de la fábrica ‘Chocolate Mama Herminia’, aseguró que para que la tradición no muera, los artesanos chocolateros siguen transmitiendo los conocimientos a sus herederos en al forma tradicional, aunque en algunos locales utilizan molinos eléctricos en el proceso de producción. Todos impulsan la comercialización de las barras en los diferentes mercados abriendo nuevos puntos, porque el chocolate es parte de la identidad de los ambateños.
Los artesanos chocolateros de Ambato también se han adaptado a las actuales circunstancias, como las ventas del producto les disminuyeron, han abierto más puntos para ofrecerlo en los mercados de la ciudad y también optaron por promoverlo online.
“ “Con la pandemia vimos la oportunidad de ofrecer el producto mediante tiendas virtuales”, asevera la artesana Jennyfer Escobar.
Según el comerciante José Ortega, las tabletas de chocolate son muy solicitadas por los ambateños.