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La vuelta a clases, un suplicio
Seis de cada diez niños no tienen acceso a internet en el país, según Unicef.
Esta semana arrancó el año lectivo en la Sierra y Amazonía. Y según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en Ecuador solo el 37 % de los hogares tiene acceso a internet. Es decir, seis de cada 10 no pueden continuar sus estudios de manera virtual. Esta modalidad ha sido adoptada por el Gobierno Nacional para prevenir la propagación del COVID-19.
Los nietos de María Iza están en esa población. No han podido estar en sus clases completas del período escolar anterior, en Quito. Este ya empezó y lo único que tienen son un par de carpetas y hojas cuadriculadas.
Una vecina les presta su computadora y su conexión a internet, porque el móvil que tienen no es tan moderno como para conectarse por las aplicaciones necesarias.
La madre de los niños, de 6 y 8 años, percibe 240 dólares mensuales por su trabajo como empleada doméstica. Debido a la crisis le redujeron el sueldo, aunque la jornada diaria sigue siendo la misma.
“Mi hija compró un teléfono el año pasado, pero se rompió. Con lo que gana es difícil comprar otro”, comenta María.
MISMA REALIDAD
En una casa vecina, en el centro de la capital, el único teléfono con acceso a internet es del padre de familia, pero este debe llevárselo a su trabajo como guardia de seguridad.
Él hace turnos de 24 horas y solo ahí Florencia, la madre, puede revisar las novedades de la escuela de sus tres hijos. Además, le robaron su celular hace unas semanas cuando iba en bus. “También perdí contactos de los profesores, así que no tengo claro cómo van a ser las clases”, dice.
Sybel Martínez, presidenta del Consejo de Protección de Derechos de Quito, afirma que esta realidad no es nueva, sino que se ha hecho más visible con la crisis por el coronavirus.
“Han tenido tiempo suficiente para poner a tono, pero no ha habido mejoras. El año anterior los chicos no aprendieron nada”, explica.
Para ella, el Ministerio de Educación no ha dotado a los maestros de las herramientas necesarias, lo que además ha develado la brecha en el conocimiento tecnológico. “No ha habido una resolución de esta situación”, dice.
Esto, además, recrudecería la pobreza y el trabajo infantil. “El futuro tiene un pronóstico reservado tanto en la educación como en lo social”, concluye.
Este Diario solicitó información de esta problemática al Ministerio de Educación, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.