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El mimo Yen se le cargó a esta transeúnte, quien se rió con su imitación.Miguel Canales León / EXTRA

Voces de Guayaquil: El vacile comercial de la Bahía, el ‘mall del pueblo’

La gente que aquí ‘camella’ dice que lo que más ganan son sonrisas y carcajadas con sus ocurrencias y la ‘chacotada'. Bromas y apodos abundan en el sitio

En la Bahía, el corazón comercial de Guayaquil, encuentra productos 3B: buenos, bonitos y baratos, pero también hallará personajes 3V: vacilones, vivarachos y verídicos. En resumen, ¡son los propios!

Es que en este ‘mall del pueblo’ usted se topará con ‘pípol’, como el trío ‘amor, comprensión y ternura’, integrado por Isaías Chalén (amor), Óscar Solís (comprensión) y Frank Palma (ternura), quienes venden ropa en las calles Olmedo y Chimborazo.

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“Aquí le ofrecemos pantalones, camisas, camisetas, bermudas, tanto para damas como para caballeros, niños, abuelitos... hasta pareja le conseguimos”, dice entre risas Isaías, de 28 años.

A unos 10 metros están las personas que compran ‘mechas’ ajenas. “Nos llaman las ‘morenitas que ponen cabellos’, y en este grupo también están Junior y Steven, nuestras florecitas”, manifiesta Arelis Viáfara. Enseguida aparece una de las ‘flores’, Steven, un afrodescendiente de casi dos metros que trata de refrescarse del solazo con un abanico.

Amor, ternura y comprensión es el trío de vendedores que arman la ‘gozadera’ en su lugar de ‘camello’.Romina Almeida / EXTRA

En las calles Villamil y Calderón se encuentran los locales que reparan celulares y allí están ellos: Luis Mendoza, José Hidalgo, Steven Chávez (alias Chuchuca) y un cuarto ‘camellador’, quien no revela su nombre, pero es pura risa, solo se goza de las ocurrencias de sus compañeros.

Al preguntarles sobre sus travesuras, José responde: “La otra vez se le perdió la mujer de mi ‘compita’ (Luis) por tres días… la escondimos en la casa del man (señala a otro pana), después se la regresamos”, se carcajea José.

“Aquí somos, chistosos; lo normal y común, nos aburre”, expresa Chuchuca, quien se saca la camisa en el puesto. José se le carga inmediatamente y manifiesta: “Discúlpelo, es que él se excita, se pone así cuando ve mucho hombre. Él es el raro, pero igual nadie lo discrimina, así lo aceptamos”.

De pronto, alguien les dice: “¿Y si Chuchuca los invita a un paseo a la aerovía, como panas?”. José, quien lidera el relajo, contesta: “Uy, no, de un patazo lo tiramos al río y que se lo coma el lagarto”.

Estas personas compran cabellos naturales y con sus bromas han más divertida la jornada laboral.Miguel Canales León / EXTRA

Mientras, entre los pasillos de la Bahía se oye: “¡Como en la aerovía, cómase una! Están riquísimas, más baratas que en el Imperio”, voceaba Jacinto Martínez, vendedor de chepitas, dulces tradicionales.

Y frente al Malecón Simón Bolívar, antes de llegar a la calle Olmedo, Luis Enrique Moreno, más conocido como el mimo Yen, imita a quien se le cruza. Se pone dos pelotas como senos y con peluca y todo remeda a una transeúnte que se ríe al verse en un ‘espejo’. Yen empieza a menearse al caminar como ella, unos se ríen, otros lo graban. “La alegría de la Bahía es única, la gente de acá es súper megaplay”, dice el artista.

Dos compradores que vieron su show sostienen que a este lugar hay que ponerle a sus calles: ‘Gozadera’, ‘Vacilada’, pues eso es lo que sobra en este punto de Guayaquil. 

  • APODOS Y BROMAS

Hasta los clientes ‘marchan’ en la ‘Bajaia’ (como también se le dice popularmente al sitio). Vendedores de ropa y lencería dejan en el piso un billete falso para ver quién se agacha a cogerlo y a quien se las quiere dar de ‘sabido’ le hacen la bulla y queda ‘como puerco’.

José Hidalgo (izquierda) y su 'pandilla' se reúnen todas las tardes para hacer relajo en su zona, calles Villamil y Calderón.Romina Almeida / EXTRA

Por la misma zona, en las calles Olmedo y Chile, también abundan los apodos, algunos los explican, otros no. “A un pana que es vago y perezoso le dicen Pacharaco. Hay uno que es incluso comercial, le llamamos Pantene. Pregúnteme... ¿por qué? Porque él tiene más panza que pene”, señala Vanessa Loor, comerciante de lencería. 

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