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La verruga peruana continúa generando temor
Los ‘guayacos’ no temen al mosquito Lutzomyia verrucarum. Municipio asegura que brigadas de fumigación recorren el norte y vía a la costa.
La gente en Guayaquil anda con ‘las pepas’ bien abiertas para esquivar al mosquito Lutzomyia verrucarum, transmisor de la verruga peruana.
Desde que el Ministerio de Salud Pública hizo el anuncio sobre el posible primer caso de esta enfermedad en la ciudad, saltaron las alarmas a la urbe porteña, sobre todo a la zona de la vía a la costa por ser el sector en el que se identificó al sospechoso de la infección.
El médico infectólogo Fernando González, director asistencial del Hospital de Infectología, afirma que el plan de acción es claro. “La fumigación debería llevarse a cabo en áreas endémicas donde se haya identificado al vector. Esto es clave en esta fase para evitar su expansión”, asegura González.
Además, explica que Guayaquil debe preparar sus equipos técnicos y especialistas, aunque alienta a los doctores a alistarse con terapias médicas tempranas.
Las soluciones
Las autoridades locales afirman estar atentas para prevenir la posible propagación de este nuevo ‘bicho’.
El ingeniero Omar Tovar, jefe de Control de Vectores del Municipio de Guayaquil, cuenta que las fumigaciones se realizan desde el miércoles 9 de febrero en la cooperativa Puertas del Sol, urbanización Puerto Azul y una parte de Terranostra; mientras que para ayer habían programado la visita a otras ciudadelas y demás barrios en el norte de la ciudad.
Sin embargo, el comité de Puerto Azul ha declarado que hasta ayer no habían recibido a las brigadas y sus moradores refuerzan la idea. Matías Vergara, habitante de la misma, dice que “no ha visto nada” y que deberían “ponerle atención al muelle” por su cercanía al brazo de estero que lo rodea.
Las alternativas del pueblo
Viviana Hervas, residente de la ciudadela Venecia en el Guasmo Central, asegura que su técnica infalible es el eucalipto. Cuenta que cada semana queman las hojas de esta planta porque “estos animalitos (mosquitos) los han invadido”.
María Rosario Ramírez, moradora de Mapasingue
En cambio, María José Valdez, estudiante de Veterinaria y madre de una bebé de 5 meses, se va por el camino seguro. Describe que ella no ‘baña’ en repelente a su hijita porque le da miedo. “Es muy pequeña y prefiero cerrar las ventanas” de su hogar.