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Venezolano es el vendedor más solicitado en el Mercado Central de Guayaquil
Con bromas y piropos, Pedro Bastidas se gana la confianza de los clientes para que compren en el local de abastos donde labora.
No tiene un cuerpazo, pero sí harta personalidad. Pedro Bastidas, venezolano de 24 años más conocido como el ‘chamo guapo’ (según él), trabaja en el Mercado Central de Guayaquil desde 2019.
El joven, de contextura delgada y 1,65 metros de estatura aproximadamente, asegura que no necesita de ninguna estrategia para vender en el puesto de abarrotes donde ‘camella’, el 107.
“Mi sola presencia basta. Es más, no tengo rutinas de belleza, así nací, qué culpa tengo. Ese es un don que Dios me dio. Soy bendecido y afortunado, calidad”, dice entre risas el joven. Se tiene harta fe.
Pedro, originario del estado de Trujillo, oeste de Venezuela, ha trabajado en seis puestos del centro de abastos y asegura ser es el más solicitado.
“Yo soy del pueblo, soy recomendadísimo. ¿Por qué? Porque sé trabajar, yo hago de todo. Es más, algunos dueños de locales se dan la vuelta por el puesto y me hacen señas con las manos. Me dicen: ‘yo te pago más, te doy 20 o 25 dólares’. Me quieren llevar de aquí”, se carcajea delante de su jefa, Manuela León.
No quiere fama
El ‘chamo guapo’ dice que no hace videos para TikTok porque después se vuelve famoso rápido y no quiere dejar a su patrona. “Yo tengo bien puestos los pies sobre la tierra, no quiero fama ni aplausos, después tengo que irme de acá y yo quiero quedarme con ella (doña Manuela)”.
¿Cómo hace para detenerlo y que no se le vaya?, le preguntamos a Manuela. “Vaya nomás, ahorita el negocio está bajo, que se vaya nomás”, responde la mujer.
“Se ‘cabrea’ cuando le digo eso”, arremete Pedro, quien asegura que lleva laborando aproximadamente dos años en ese puesto de abarrotes.
Sobre su cuello cuelga una cadena de plata y un anillo. El chamo aclara que no está comprometido. “Este aro me lo dio una ‘pelada’, pero ya la mandé zumbando. Ahora estoy soltero, así puedo mirar para todos los lados”, confiesa.
vendedor
El “sacrificado”
“Diga, a la orden, pregunte. Pimienta picante, arroz, azúcar, comino, etcétera”, vocea el carismático joven, quien explica que a las chicas les vende diferente. Es más, hasta la cara le cambia.
“Si estoy adentro de la percha, de una me salgo y la trato de ‘mi amor’. Le digo: ‘Aquí todo es barato para usted’. Hay que atender bien al cliente, es parte de la estrategia de ventas. Yo lo hago pensando en el bienestar del local, para que el comprador se quede con nosotros y no se pierda. Desde que estoy aquí vienen derechito”.
La jefa ‘fotocopia’
Pedrito es alegre y bromista, pero la payasada se le quita cuando algún cliente se quiere pasar de sabido para llevarse algún producto ‘gratichi’.
“Estoy mosca. ¡Ah!, pero a mi jefa no se le pasa una, para qué poner cámaras. Es más, cuando ella va al baño es como si sus ojos y mente sacaran una fotocopia del puesto, para ver cómo está cuando regresa”, precisa el chamo.
Flaquito y todo, asevera que está bien ‘papeado’ y muestra orgulloso su brazo derecho, del cual sale una minúscula ‘pepa’.
“Esto es harta yuca y con ella reemplacé a la arepa. Es que este no solo es mi trabajo, también es mi ‘gym’. De tanto cargar sacos nació mi musculatura”, concluye Pedrito, admitiendo que luego de una jornada de trabajo termina como uno de los productos que ofrece... ‘molido’.