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Después de las 18:00 Sandra y su hijita de 8 años ya no salen de casa. Se encierran, por temor a la ola de inseguridad y violencia que azota a la ciudad.Miguel Canales Leon

Así son las terroríficas noches de los habitantes de Durán ante la ola de violencia criminal

El aumento de crÍmenes hace que los ciudadanos no solo coloquen candados en las puertas, sino palos, muebles y hasta ollas. Ya no pueden más. Los asesinatos se han incrementado en más del 100%

Valeria tiene apenas 8 años, pero conoce tanto de la violencia criminal que azota a Durán que cuando escucha el sonido de las balas sabe muy bien lo que debe hacer para precautelar su vida: tirarse al piso y poner sus manitos alrededor de su cabeza.

Estas medidas de prevención las aprendió en la escuela donde cursa el cuarto grado de educación básica. La niña y sus padres residen en la cooperativa Modular, perteneciente al circuito Recreo, sector del cantón ferroviario que, según los reportes policiales, es el que registra más hechos de sangre. Desde enero a septiembre de 2023, de los 226 asesinatos en esta ciudad, 62 han sido en esta zona (ver infografia).

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A partir del lunes 25 de septiembre la niña transcurre sus mañanas sentada frente a un computador atendiendo sus clases virtuales, ya que por la ola de inseguridad su plantel es uno de los seis de esta localidad en que los alumnos estudian a distancia. En las tardes realiza las tareas y ve televisión. Sin embargo, a partir de las 18:00 y por las noches la intranquilidad se apodera de ella y de sus familiares.

“Se escuchan disparos a cualquier hora del día, pero en las noches da más miedo, porque la oscuridad se vuelve cómplice de los delincuentes, a ellos no les tiemblan las manos para disparar, aunque haya un niño presente. En mi casa apenas comienza a anochecer nos encerramos; antes mi hija jugaba en el portal con sus vecinos, mi esposa conversaba con sus amigas, ahora es imposible”, expresa con preocupación Roberto, padre de Valeria.

Antes de descansar, Roberto, Sandra y su pequeña hija le piden a Dios que proteja de ellos y de sus familiares.Miguel Canales Leon

El hombre, de 41 años, trabaja como guardia de seguridad y tiene turnos rotativos y pasando dos días su hija y su cónyuge quedan solas en casa. Su mayor preocupación es cuando labora en las noches, por eso antes de salir le repite a su esposa cómo cerrar las puertas y los ventanales de su hogar cuando él no está.

“Vivimos en un segundo piso y eso me da algo de tranquilidad, pero no de seguridad. A mi esposa le recuerdo todos los días que es necesario ponerle candado hasta a las ventanas. Mientras trabajo mis pensamientos están con ellas. En mi barrio todos vivimos en zozobra. Mis vecinos, que residen en pisos bajos, toman medidas de seguridad más drásticas, colocan hasta palos y ollas cerca de las puertas, y si escuchamos un perro ladrar nos levantamos ‘de una’ o miramos por las hendijas”, detalla.

Roberto es guayaquileño y gran parte de su vida residió en el sur porteño. Hace cinco años decidió radicarse en Durán, porque allí reside la familia de su cónyuge.

Reconoce que nunca imaginó que la delincuencia iba a calar tan alto, que hasta ha pensado “en cambiarme de ciudad, pero la mamá y hermanos de mi esposa viven aquí, tampoco quiero alejarla de sus seres queridos. Lamentablemente, desde hace tres meses la violencia nos ha ido arrinconando. Las acciones de la Policía no son suficientes. Ya no podemos salir con nuestros hijos al parque, no sabemos en qué tiempo se desata una balacera. Estamos en manos de Dios. Ya no podemos más”, afirma, mientras parado junto a su esposa y su niña observan una imagen de Jesús tallado en madera, la cual está colocada junto a la pared de la puerta de ingreso de su hogar.

Después de las 19:00 las calles de Durán lucen desiertas. Los negocios cierran. Son escasos los que transitan.Miguel Canales Leon

Roberto cuenta que antes de salir de casa y de acostarse a dormir, él y su familia se encomiendan al Señor y oran para que no ocurra ningún hecho violento que ponga en riesgo sus vidas o la de sus seres queridos.

Otras de las medidas de precaución es llamar por teléfono a su señora cuando está cerca de llegar a su domicilio, le dice que esté pendiente y que apenas lo vea bajarse del carro abra la puerta para poder entrar y ponerse a salvo. “Cerca han secuestrado a varios ciudadanos. Los ‘cazan’ cuando se bajan del vehículo y se los llevan para luego extorsionar a sus familiares. Suelo regresar después de las 19:00 y a esa hora casi todos los negocios están cerrados, más que nada las tiendas, por ahí se puede encontrar una que otra farmacia abierta, estas son las que pagan ‘vacuna’ por extorsión”, afirma.

El presidente Guillermo Lasso visitó ayer Durán, donde, desde las 09:00, se desplegaron operativos antidelincuenciales en 8 circuitos. Participaron 600 policías y 500 militares.

Sandra, esposa de Oswaldo y madre de Valeria, manifiesta que la violencia criminal que sacude a su tierra natal ha crecido tanto que por seguridad, tanto en su casa como en la de sus familiares, que también residen en este cantón, duermen en las habitaciones más distantes de la puerta o de alguna ventana. “Hace una semana hubo una balacera cerca y mi hija, temblando, me dijo ‘mami, tirémonos al piso’. Al principio lloraba, como todo niño se asustaba, en la escuela les enseñan medidas de seguridad y qué hacer cuando se escuchan tiros”, sostiene.

  • Chat comunitario y alarmas
José se asegura poniendo troncos en el cerramiento de su casa.Miguel Canales Leon

En un sector de la cooperativa Oramas González, que pertenece al circuito Divino Niño, el segundo con más muertes violentas de Durán, los habitantes de un barrio han creado sus propias medidas de seguridad: cuentan con un chat comunitario y un sistema de alarma para poder conciliar el sueño con algo de tranquilidad, cuenta José, uno de los residentes de la zona.

El hombre, oriundo de la provincia de Chimborazo, relata que antes de acostarse pone candado a la puerta y en el cerramiento hecho con planchas de zinc coloca un tronco y un mueble para que, si algún malandrín quiera entrar, el ruido los alerte.

“En Durán vivimos de manera preocupante, para poder descansar en las noches nos inventamos nuestras propias medidas de seguridad, hemos creado nuestras alarmas, apenas escuchamos algo salimos. Muchos vecinos han sido víctimas de secuestros y extorsiones”, señala.

Pero hasta para dormir tienen estrategias de seguridad. “Nos refugiamos en la habitación que está al final, por precautelar nuestras vidas. Solo en este sector en la última semana han matado como a 10 personas y cuando mis hijos escuchan los disparos se ponen a llorar, gritan, no quieren dormir, como padres tratamos de calmarlos. Poder dormir con tranquilidad en Durán es imposible, sobrevivimos a esta pesadilla”, expresa.

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