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Rincón del misterio: Duendes cantan, silban y trabajan en los platanales de Ecuador

Dueños y empleados de plantaciones los han escuchado. A las mujeres les dicen que no salgan en la noche, pues los duendes se enamoran y se las llevan

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Quienes aseguran haber escuchado o visto de lejos a los duendes, aseguran que estos trabajan y han hecho mejorar las plantaciones.Fotoilustración: Pepe Adryän / Extra

El tío Julio lo sabía, aquí hay duendes. Son chiquitos y caminan rapidito. Se lo contó a su mamita Astromelia y ella le dijo que sí, que eso de los duendes es cierto, pero le advirtió que “cuidadito con estar buscándolos para hacer dinero, porque eso es cosa del demonio”. Eso lo recuerda clarito.

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Pero Julio Vera Moreira, campesino nacido en la zona de La Guaya, en la provincia de Guayas y que a eso de los 12 años se vio encima de un camión con todas sus cosas y su familia cuando se mudaron para El Carmen, en Manabí, ha sido medio necio en esas cosas de los duendes.

Y es que él los había visto de lejos, ha insistido una y otra vez. Con sus luces encendidas en medio de los platanales, silbando, cantando en un lenguaje que no entendía. “Ellos han enriquecido los platanales, las plantaciones están produciendo más, las racimas son más grandes, ellos saben cómo trabajarla”, asegura el hombre, de 67 años, y con la piel tostada por los rayos del sol.

En medio de una ‘conversa’ fuera de la casa de su mamá, ya con unas cervecitas de más, Julio aprovechó para contarle a su sobrino político este misterio. Él, recién llegadito de Guayaquil para visitar a la abuela, escuchó atento.

“Quiero irme un fin de semana allá, venga sobrino, no tenga miedo. Yo sí les doy de prenda el alma, a fin de cuentas ya me falta poco por vivir”, lanzó como un tétrico desafío. “Negado, don Julio. Yo sí le tengo miedo a esos cuentos, lo veo y salgo es ‘soplado’ hasta donde no me alcancen”, fue la respuesta del hombre de 43 años que generó risas.

Huele a azufre, silban y ‘camellan’ bien los duendes

Sin embargo, en medio del relato que metía miedo, el tío Julio vio llegar a la esposa de un primo y otros sobrinos de Julio, estos sí ‘de sangre’.  Fuera de casa de mamita Astromelia, hoy de 87 años y quien es la ‘matrona’ de la familia, el chisme de los duendes se tornaba más misterioso.

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Los sobrinos de Julio, Ramón y Martín Vera, de 32 y 25 años, también contaron sus experiencia con los duendes. Ellos, que antes andaban medio ‘peloteados’, el uno metido en la política para ver si ‘cuadraba’ en algo, el otro ‘camellando’ en un taller de celulares, también los han visto. 

“Sí se los escucha de lejos. Huele como azufre y se ve una luz de lejos, se escucha bulla como si cantaran al fondo en los platanales, pero cuando notan ruido de la gente, las luces se apagan como por arte de magia”, cuenta Martín, entusiasta y como queriendo meter miedo.

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Referencial: El Carmen, en Manabí, es una zona de alta producción platanera.Archivo

Ramón agrega que “el guardia que teníamos se nos quiso botar (dejar el trabajo) porque un día se metió a ver si no eran pillos. Pero le salió un duende, dice que era como un niño de unos 7 años, pero todo chueco, orejón y feo.

Salió corriendo y sentía que se le reían. Las risas eran como un eco por todo el platanal. Pero solo quisieron asustarlo, desde entonces solo los deja trabajar, porque dice que cuando va a revisar al día siguiente, todo lo encuentra bien arregladito”.

Los campesinos dicen que las mujeres no pueden salir en las noches, porque los duendes se enamoran y se las llevan.

A fin de cuentas, ellos también la tienen clarita y le ‘hacen cruz’ al plan del tío Julio: “Uuuh, allá ni nos acercamos. Hacer negocios con ellos es cosa seria. Que trabajen gratis, ahí nomás”, dicen los hermanos, asegurando, eso sí, que “en la finca, a las 8 de la noche ya estamos metidos en casa. Nadie sale solo. Y aunque a veces sentimos que de afuera nos chiflean, cuando salimos lo hacemos en pareja o en ‘gajo’ todos”.

¿Dónde están y qué hacen los duendes?

El investigador de hechos paranormales Mickey Dávila explica que los duendes son seres elementales de la naturaleza y por esa razón se suelen encontrar en lugares alejados de la ciudad que están rodeados de vegetación.

“A los duendes no les gusta ser vistos por los humanos y, por ello, se ocultan en la vegetación. Incluso, cuando los ven desaparecen al instante, porque tienen ese poder sobrenatural. Si una persona se encuentra con un duende en un lugar desolado, debe evitarlo porque puede ser maligno”, dijo Dávila.

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