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Restos del Ferrocarril de la Aduana: importante hallazgo histórico en Guayaquil
Una antigua locomotora que reposa en el puerto era parte del sistema de transporte de carga de finales del siglo XIX, según reciente descubrimiento
Guayaquil es una ciudad que no ha podido conservar sus edificaciones antiguas y en la que actualmente no existe una cultura del respeto a su escasísimo patrimonio histórico. Por ello, encontrar un objeto que data del siglo XIX y que se daba por inexistente, es ganancia.
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Hace dos semanas, el investigador histórico Fernando Mancero, de la fundación Bienvenido Guayaquil y el Foro Río Guayas, participó de una actividad en el interior del puerto Simón Bolívar, en el sur de la ciudad. Tras las charlas recibidas, realizó un recorrido por el sitio.
En un determinado punto, le llamó la atención la presencia de un vetusto vagón que reposaba sobre la esquina de una vía interna en el predio portuario.
Su estructura era muy parecida a la del Ferrocarril de la Aduana, usado desde el año 1888 en la zona de los muelles, a lo largo de la calle Malecón, para transportar la carga que llegaba a la ciudad por el río Guayas.
Ante su duda, a la semana siguiente realizó una inspección con el arquitecto e historiador Parsival Castro y confirmaron sus sospechas: el vetusto vehículo era de aquella locomotora que laboraba desde el siglo XIX y pertenece a la Autoridad Portuaria de Guayaquil.
“Para todos nosotros siempre estuvo claro que esa locomotora ya no existía. Porque no existieron evidencias, ni siquiera en alguna conversación apareció el tema de la locomotora. Solo aparece reseñada en la Guía Histórica de Julio Estrada Ycaza, y también en el estudio que hace sobre los medios de transporte en Latinoamérica, Allen Morrison, que es un historiador norteamericano que se dedicó a estudiar los sistemas de transporte de la región”, manifestó el investigador Mancero.
Fernando Mancero, fundación Bienvenido Guayaquil
Precisamente la reseña de Morrison señala que este vehículo era un ferrocarril de carga impulsado a vapor que corría a lo largo de la ribera del río, paralelo al tranvía (sistema de transporte que usaban los guayaquileños a finales del siglo XIX) y avanzaba desde el centro de la ciudad hasta la aduana, que estaba ubicada cerca de la Plaza Colón (donde hoy está situado el edificio de la Espol).
Según los datos de Morrison, la operación de este ferrocarril en Guayaquil comenzó el 1 de abril de 1888. Detalló que la trocha “era curiosa: 1219mm (48”)”. Fue construida por H.K Porter en Pittsburgh, EE.UU.
“La pequeña locomotora corría desde los patios y bodegas de la aduana del norte que quedaba en la calle Malecón y transportaba la carga de los barcos, y cuando se desaduanizaba la repartía a lo largo de los comercios principales en el Malecón”, sostuvo Mancero.
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“Era una locomotora muy moderna para la época, por eso vemos que hala una vagoneta que seguramente llevaba la madera para calentar la caldera de vapor. Por eso también vemos en un video de Guayaquil en 1949, de la Universidad de Pensilvania, que al final del video sale esa locomotora moviendo carga. Es decir, que trabajó desde 1888 hasta como mínimo, 1949”, expresó Mancero.
Luego del análisis de investigación preliminar, Mancero indicó que la estructura del ferrocarril está en una situación de deterioro bastante avanzada.
“Si bien es cierto, la locomotora está un poco estropeada, el material es tan noble que es perfectamente recuperable, más que todo para el goce de las futuras generaciones que no conocen de la historia de Guayaquil”, manifestó el investigador.
Junto al historiador Castro siguen realizando estudios al ferrocarril y recabando datos que permitan conocer más sobre su historia y su funcionamiento.
Mancero agradeció la apertura de la Autoridad Portuaria de Guayaquil para desarrollar las investigaciones en torno al vehículo que servía en la aduana, y su compromiso para apoyar el rescate de esta pieza histórica.
- El detalle
A finales del siglo XIX, los guayaquileños se movilizaban entre carros a tracción animal y el tranvía. Años después, las locomotoras comenzaron a reemplazar a los caballos.
“En este momento, al poner en valor esta locomotora, estamos reescribiendo toda la historia aduanera que es intrínseca a la función de Guayaquil como puerto”, dijo el investigador.
Aseguró que este ferrocarril puede volver a andar. Quien sabe si como una atracción turística en algún tramo de la calle Malecón hacia el norte, donde trabajó hace más de 100 años.
Es apresurado dar ideas, pero también es necesario que los encargados de las áreas patrimoniales en la ciudad enfoquen sus esfuerzos en recuperar los poquísimos objetos e inmuebles que sobrevivieron a incendios, piratas y pestes. Y que la burocracia no termine de desaparecerlos.
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