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Quito
Voluntarios de Cruz Roja: bandera blanca en medio del caos
Recorren las zonas más ‘calientes’ para atender a los heridos. Aclaran que son neutrales y atienden a todas las personas sin distinciones. EXTRA los acompañó en su labor.
Son las 16:00 y las manifestaciones por el paro nacional en Quito se ponen más álgidas, por lo tanto las pantallas de monitoreo de la Cruz Roja Ecuatoriana empiezan a recibir alertas. Hay que salir a atender heridos.
Un equipo de cinco voluntarios se alista para salir desde su base, ubicada en la avenida Orellana, en el norte. Byron Darquea, el líder, da las indicaciones de seguridad para los voluntarios y para el equipo de EXTRA que se ha sumado a esta jornada.
Enseña la manera de colocarse la máscara antigases y el casco. Elementos necesarios para evitar salir herido dentro de la lluvia de piedras, palos y bombas lacrimógenas.
Ellos son parte de los 25 voluntarios que se activaron por el paro convocado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie). Tienen conocimientos de primeros auxilios, gestión de riesgos, gestión de crisis y apoyo psicosocial.
El equipo sube a la ambulancia y el conductor pone la música. Suena Black is black, de AC/DC, y todos empiezan a cabecear. “Está bueno para tomar energía para las protestas”, dice Jaqueline Mosquera, de 23 años.
Ella es la encargada de llevar la bandera con el emblema de la Cruz Roja por delante, pues en medio de la trifulca entre protestantes y policías cualquier cosa puede pasar.
Los pacientes
Dolores Ponce, directora de la entidad, comenta que durante los diez primeros días de enfrentamientos se han atendido al menos a 70 personas, aunque sin casos graves. “Hemos atendido contusiones leves, falta de respiración por los gases, descompensaciones. Un par de transportes a casas de salud”, agrega.
Aunque las cifras de la entidad son alentadoras, a nivel nacional el cuento es otro. La Policía reportó que hasta el 25 de junio hubo 177 policías heridos. Sin embargo, en cada jornada siguen sumando los afectados e incluso fallecidos.
El equipo de voluntarios sigue caminando entre la multitud de manifestantes. De repente se escucha “¡Médico, médico!” y ellos corren.
Es un joven que tambalea y dice: “Me dieron, me dieron”, mostrando el brazo.
Tenía una herida por bomba lacrimógena, que aunque no era grave, ellos se la toman en serio. “Tranquilo, respire. También lo voy a vendar”, le dice uno de los paramédicos.
Luego de un par de minutos, el hombre da un salto y comenta que está listo “para seguir echando piedra”.
Respeto
Los mandiles blancos se distinguen en medio del hollín que deja el fuego. Aunque de rato en rato hay que buscar una pared y agacharse para evitar los bombazos, en cuanto la gente ve el emblema baja el brazo. “Pasen, pasen”, dicen mientras abren un camino.
Los voluntarios y el equipo de EXTRA avanzan en hilera, sin soltar el hombro del que está adelante.
Pero ellos no son los únicos. También se divisan banderas blancas y personas con batas de médico. Son voluntarios particulares que también entregan agua a quien lo necesite.
Pasan motos con emblemas parecidos. Esas no pertenecen a la Cruz Roja, aclara Dolores. Esas prácticas, comenta, son contraproducentes para su trabajo, pues en octubre de 2019, durante otras protestas, ya los acusaron de llevar armamento en las ambulancias.
“Por eso hemos tenido episodios de que paran las ambulancias para revisar qué llevamos”, explica.
Precisamente, ese octubre, recuerda Jaqueline, fue su primera experiencia fuerte. “Hubo violencia de lado y lado. Ahora parece que está más tranquilo”, agrega.
Ella es psicóloga, pero quiso ser paramédica. “Creí que era así de fácil, así que me quedé en la Cruz Roja y me encanta ayudar. Tenemos miedo, pero es mejor que no hacer nada”, agrega.
Otra vez “¡Médico!”, gritan algunos manifestantes. Esta vez es un muchacho que se ahoga por los gases. Lo atienden y también da un salto para seguir protestando.