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Quito
En Quito, comerciantes indígenas apoyan el paro, pero siguen trabajando
Aunque sus trabajos se han visto afectados por los 15 días de movilizaciones, muchos esperan que Guillermo Lasso los escuche.
La comunidad indígena que habita en Quito tiene posturas distintas sobre el paro nacional, pero una sola conclusión: las movilizaciones han llevado a sus negocios a tambalearse.
La jornada arranca a las seis de la mañana para María Cepeda, una comerciante que reside en la capital desde hace 20 años. Ella toma las pocas frutas que quedan para venderlas en una calle aledaña al mercado San Roque, en el centro.
Deja a sus guaguas en clases virtuales y ella, aunque está a favor del paro, sabe que debe producir dinero para los gastos de la casa. “Los pocos productos que llegan están caros. La gente tampoco compra mucho”, lamenta.
María, con 44 años y oriunda de Riobamba, dice: “Me quedo hasta el mediodía y después me voy a las marchas”.
Pero no cree que la situación sea sostenible por mucho tiempo. “Queremos que el presidente Guillermo Lasso escuche nuestras necesidades para que lleguen a un acuerdo”, refiere.
Si antes ganaba poco en sus ventas, ahora apenas saca para la comida y las recargas telefónicas para que sus hijos no pierdan clases.
¡A correr!
Rosario Ilvis, nacida hace 47 años en Punín, Chimborazo, no está de acuerdo con el paro nacional porque solo ha visto afectaciones. “Los clientes no vienen a comprar porque no hay transporte”, reclama.
Ella vende aguacates también en San Roque y dice que tiene seis hijos sin trabajo. “Es lo único que percibimos por ahora”, agrega.
Comenta que la situación económica y de seguridad no era buena antes del paro, pero que con las movilizaciones “todo se ha complicado”.
“Le pedimos al gobierno que por favor llegue a un acuerdo, no podemos seguir así”, exclama.
Tampoco ha podido realizar sus ventas en las horas que hacía antes, pues en cuanto escuchan que hay saqueos deben coger sus productos y refugiarse en algún local. “Tampoco podemos estar en paz porque la delincuencia se aprovecha”, agrega.
Meses difíciles
Ana María Chávez, oriunda de Cotacachi, ya no vende todos los productos que antes. “Me quedé solo con el ajo porque es lo único que no ha subido”, dice.
Ella también está de acuerdo con las movilizaciones indígenas y ruega porque haya diálogo. “El presidente debe trabajar por los más pobres, debe escuchar a nuestros hermanos indígenas”, replica.
Sin embargo, relata que el arriendo, los servicios básicos y las deudas no esperan, por lo que intenta ganar unos pocos dólares al día. También suplica que haya consensos entre los dirigentes y el gobierno.
“Este año ha sido difícil, pero las últimas semanas más. Esperemos que valga la pena”, agrega.
María Callo no vende ni frutas ni verduras, su negocio de comida de mascotas también funciona a medio gas por la falta de transporte en la ciudad.
“Todo ha subido y en las últimas dos semanas ya ni llega el producto”, explica.
Aun así, cree que los 15 días de paralizaciones –hasta ayer– pueden traer resultados favorables para la población. “Ya se ha alargado mucho, pero queremos resultados”, espeta.