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La idea surgió hace un año y, apenas hace tres meses, el restaurante ambulante se ubicó en la calle Amaru Ñan.ANGELO CHAMBA

El ingenioso restaurante móvil de dos pisos de Rambito Egas en Quito

La idea de vender ceviches, sumada a la necesidad, convirtió este negocio en un referente en el sur de Quito. Esta es la historia del caserito.

Cuando Raúl Egas, de 54 años, dejó su trabajo en el Municipio de Quito, lo primero que le vino a la cabeza fue: ¿y ahora qué hago? El desempleo le pegó fuerte, pero su familia le dio la respuesta.

Actualmente es el dueño de La Cevichería de Rambito, un carrito de comida bien particular: tiene dos pisos y se mueve de un lado a otro. Pero al principio, él no estaba muy convencido.

“La verdad, no le tenía mucha fe a esto, pero mis hijas me metieron en la cabeza la idea hace un año. Me puse las pilas y empezamos a ver opciones en Internet”, cuenta Egas mientras atiende a su clientela.

Un día, vio un video de un carrito de comida de dos pisos y pensó: ¡eso mismo quiero!. No tenía idea de soldadura, pero unos sobrinos le dieron unas clases express y en un par de días ya estaba metido en la construcción.

Así, junto con sus hijas, armó este ‘cochezote’, que desde hace tres meses está parqueado en la calle Amaru Ñan, en el sur de Quito, cerquita de la Plataforma.

El ceviche, la estrella del menú

Egas trabajó 34 años en el Municipio, manejando una motoniveladora. “Mis panas del trabajo me decían Rambito, y ese apodo se me quedó”.

Cuando arrancó el negocio, su familia pensó que ese nombre podía jalar clientes, y parece que funcionó.

Voy al mercado un par de veces por semana para comprar todo fresco”, dice. En su menú hay tres ceviches: pollo, pescado y camarón.

Los ceviches se los sirve en baldes pequeños, para simular la venta que se hace de forma ambulante.ANGELO CHAMBA

Cada mañana, él y sus hijas preparan todo. “Picamos la cebolla, hacemos el juguito y dejamos todo listo antes de las ocho. Luego me voy a mi casa, desayuno bien para aguantar el día, y regreso a abrir”.

El ceviche se sirve en baldes, al mero estilo de los vendedores ambulantes, y lo acompaña con chifles, tostado y más chifles. Los precios van desde $1.50 hasta $2.50. 

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