Ana Proaño se desmorona cuando recuerda que su hijo Francisco García, de 23 años, fue una de las cuatro personas que murió en un choque en Calacalí, al norte de Quito. Han pasado más de cuatro meses (al momento de esta publicación) y hablar del hecho es un golpe al corazón de esta mujer.

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El percance se registró el 5 de marzo de 2023, aproximadamente a las 06:00. Francisco y cinco amigos viajaban en una furgoneta hacia Mindo, al noroccidente de Pichincha, cuando se impactaron con otro auto que iba en sentido contrario.

Él, Anahí Mero y Kevin Segarra fallecieron por el impacto. Mientras que en el otro carro murió una mujer, de quien no se detalló su nombre.

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El suceso

Ana se enteró de la peor forma. “Yo estaba conduciendo un auto junto con mi hermana en Maryland, Estados Unidos, cuando mi hijo menor me mandó un mensaje para decirme”.

Ella estuvo tan desesperada que intentó lanzarse del vehículo que manejaba. Pero tomó fuerzas, viajó a Ecuador y llegó un día después.

Ese mismo dolor lo siente Daniel Mero, padre de Anahí, de 22 años. “Me entero a las 10 de la mañana y quedé destrozado”, cuenta a la vez que contiene el llanto.

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Cuando fueron hasta el lugar de los hechos, se encontraron con una imagen desgarradora: los cuerpos de los tres estaban tirados en la vía.

Pero, ¿cómo llegaron hasta ese punto? Ana recuerda que su hijo cumplió años el 2 de marzo y dos días más tarde lo festejó con sus amigos, en una casa de la Mitad del Mundo.

“En eso llegó el chofer de la furgoneta para inquietarle a mi hijo y a los demás para ir a Mindo”, indica.

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Sin detenidos

Daniel detalló que el chofer de la van supuestamente iba a exceso de velocidad. En el sector de La Y de Calacalí apareció el conductor del otro automotor, quien habría invadido el carril, lo que completó la desgracia.

“Como fue un momento tan terrible, nos dedicamos a hacer los trámites para los velorios de nuestros hijos. Por eso no estuvimos presentes en la audiencia de flagrancia en contra de los dos choferes”, acota Daniel.

Por ello, ambos fueron liberados y el caso todavía se encuentra en el limbo porque no se los ha indagado. Incluso la reconstrucción de los hechos ha sido aplazada constantemente.

Daniel Tufiño, abogado de los parientes de los fallecidos, califica de extrañas las decisiones de aplazar las diligencias. “La desventaja es que a los dos choferes no se les pudo hacer una prueba que confirmara si estaban o no con alcohol en su organismo”.

Por ahora, la única súplica de las familias es que se indague con firmeza el hecho que les arrebató a sus hijos. 

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