En un terreno de 800 metros cuadrados quedaron los restos de algunas casas de mascotas, trozos de madera y comida de perro desperdigada. Alguien irrumpió en el albergue Canis Art en el barrio La Luz de Conocoto, suroriente de Quito, y se llevó 23 perros y una gata.

Fabián Flores, uno de los responsables del refugio, cuenta a EXTRA que todo ocurrió el sábado 4 de noviembre, aunque decidió hacer pública la denuncia el 7 de noviembre en redes sociales. “Mi socia tiene un problema de salud y no podía hacer su turno. Hubo horas en las que no estuvimos”, relata.

Él llegó al albergue a eso de las 16:00 y vio con horror que los seguros de la puerta estaban dañados. No había ladridos, ni movimiento. “Solo le vi a la Vaquita (una de los canes) paralizada frente a mí”, comenta.

Ella se salvó porque aparentemente se escondió en uno de los huecos que había hecho en el predio. “Es la más traviesa y raspa mucho la tierra. Supongo que logró pasar desapercibida”, explica.

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Vaquita no se despega de Fabián. En cuanto una persona extraña intenta acercarse ella huye. Su dueño dice que no era así, que siempre se caracterizó por ser sociable. Si Fabián no está a su alcance ella se esconde debajo de un viejo techo de automóvil que servía a los perros para guarecerse de la lluvia o el sol.

Santiago Bastidas, coordinador técnico de la Unidad de Bienestar Animal (UBA) del Municipio de Quito, comenta que es la primera vez que se registra un robo de esta magnitud. “Ha habido casos de uno o dos mascotas robadas, pero más de 20 nunca”, agrega.

En el sector aparentemente nadie vio nada. A Fabián le dijeron que no saben lo que pasó. “Ahí había un refugio, pero ya no porque dice que le han robado”, señala una vecina que no quiso identificarse. Ante la pregunta del robo la respuesta es que “era feriado y algunos estuvimos de viaje”.

El sábado, Fabián creyó que incluso hubo prácticas macabras. “Como Vaquita no se movía, creí que hasta me la embalsamaron como para darme un mensaje. Hasta que ladró”, asevera.

Bastidas informa también que hace un par de meses tuvieron denuncias de los vecinos por la bulla de los caninos. “Los inspectores fueron y no se cumplía con todos los parámetros de tenencia”. Los informes de la UBA dieron paso a una sanción. También hace dos semanas se registró una mordedura a un vecino. “Se retiró un perro y tres cachorros”, explica el funcionario.

Fabián comenta que esos temas se estaban subsanando con las autoridades y que estaban socializando su labor con los vecinos. No se atreve a culpar a nadie de ellos, solo pide que se los devuelvan. Mantiene, sobre todo, la esperanza de que no los hayan matado, por lo que ofrece una recompensa de entre 500 y 1.000 dólares, dependiendo de cuántos perros pueda recuperar.

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