En Colombia fue asesinado el expolicía Manuel Villamar, afuera de una discoteca en Medellín, por un criminal que llegó con una funda en mano, similar a las que se utilizan para los regalos, y de esta sacó el arma que utilizó para ejecutar al hombre, quien era primo de José Adolfo Macías Villamar, alias Fito, líder de Los Choneros y uno de los criminales más buscados del Ecuador.

¿Qué alertas deja este hecho violento? Kléber Carrión, exoficial de Inteligencia y fundador de la Unidad Antisecuestros y Extorsión (Unase), no descarta que Fito se encuentre en un país cercano, como Colombia, pero advierte sobre una creciente expansión del narcotráfico en la región y subraya que las operaciones de los grupos criminales ya no se limitan únicamente a Ecuador.

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Según él, las organizaciones delictivas proyectan sus operaciones a nivel zonal y regional, ampliando su control sobre los puntos clave de producción, tránsito y comercialización de drogas. “Hacia allá va la pugna”, señala, refiriéndose a la expansión territorial de estos grupos.

Este crecimiento de las redes delictivas no sería fortuito. Carrión destaca que el hecho de que personas cercanas a los líderes -en este caso a Fito- estén involucradas y sean de su confianza, indica que las operaciones están siendo protegidas y supervisadas por individuos vinculados directamente a la estructura criminal.

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Para el experto, esta situación también intensifica las disputas y extiende el conflicto, lo que ha llevado a una escalada en la violencia.

Carrión resalta que los criminales tendrían ventaja, porque mientras que ellos se mueven con facilidad y sin restricciones, los agentes del orden enfrentan enormes barreras legales y logísticas para operar fuera de sus fronteras, lo que limita su efectividad en la lucha contra el narcotráfico. “La guerra entre la irregularidad no tiene fronteras”, concluye.

Carrión tampoco descarta la complicidad estatal en ciertos casos. Él sostiene que algunos países de la región, especialmente aquellos con gobiernos de tendencia política de izquierda, otorguen cierta anuencia o permisividad a estas actividades ilícitas. Finalmente, advierte que la expansión del narcotráfico hacia países que ofrecen aparentes facilidades, como Colombia y Perú, es una señal clara de que esta batalla sigue siendo ganada por los grupos delictivos.  

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