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Vendedoras ambulantes comparten sus estrategias para enganchar a los clientes.FRANCISCO FLORES / Extra

Las más piropeadas de Guayaquil: Vendedoras ambulantes conquistan las calles de la urbe

Vendoras ambulantes optan por usar ropa ajustada como técnica de venta, reconociendo que el ecuatoriano es coqueto

Aguantan ‘perros’ solazos, lluvias, contaminación, el bullicio de los carros y hasta una que otra ‘mangajada’ de los infaltables malcriados, pero nada de eso las doblega en su misión de trabajar. Las vendedoras ambulantes se adueñan de veredas y parterres para, con sus estrategias ingeniosas y un toque de sensualidad, enganchar clientes.

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Ellas, entre sonrisas y ropitas ajustadas, confiesan que hasta un cuarto de sus clientes diarios les hacen propuestas ‘lámparas’, pero no les ‘paran bola’ y continúan con sus labores para llevar el sustento a sus hogares.

Enfermera, bombera y vendedora “atrevida”

Con una sonrisa, casi en cada venta, la guayaquileña Estefanía Valdez, de 32 años, atiende su negocio de papas rellenas, empanadas, maduros lampreados y corviches. Aunque su profesión es la de enfermera, el desempleo la obligó a emprender en el comercio ambulante.

“Todo a dólar”, pregona Estefanía con una risita contagiosa en su puesto ubicado en las calles 17 y Letamendi, suburbio de Guayaquil. De lunes a viernes, se encuentra allí ofreciendo sus productos. Por las noches, retoma su labor como enfermera, pero los fines de semana, Estefanía cambia de sombrero y se convierte en bombera.

Y para captar la atención, Estefanía tiene una estrategia particular: “Me visto un poquito más atrevida”, confiesa. Cuando EXTRA la visitó, lucía una blusa manga larga, pues poco antes había tenido un ‘cachuelo’. “Normalmente vengo con licras y blusitas de tiritas pegadas al cuerpo”, agrega.

Don Luis le compra bastante seguido a Estefanía por su "magnífica" atención.FRANCISCO FLORES / Extra

Aquella estrategia de ventas se debe a que, según ella, el ecuatoriano es coqueto. “A veces no se acercan por el producto, sino por verme, y así se van llevando una papa o un maduro. Mientras no se pase de la raya, todo bien”, cuenta.

Don Luis Huacón visita el puesto de Estefanía pasando un día, pues elogia de “magnífica” la atención que ella ofrece. “Llama la atención, porque es bella y hermosa”, dice entre risas.

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La vendedora de aguacates del sur de Guayaquil

En la esquina de las calles Vicente Trujillo y Bogotá, en el sur, Nicole Criollo atiende una carretilla junto con su esposo Luis Munguil.

Nicole, de 21 años, pelirroja y con una brillante sonrisa a causa de sus brackets y su buena vibra, despacha alegremente a los clientes que se acercan a comprar un ‘señor’ aguacate, pues allí solo se venden los de gran tamaño.

Nicoll Criollo vende dos aguacates grandes por 5 dólares.FRANCISCO FLORES / Extra

Su ‘promo’ consiste en vender un aguacatote en 3 dólares, pero si lleva dos, solo paga $5. Sus compradores fieles VIP, tienen más beneficios. “A esos se les da la ‘yapita’”, indica.

Aunque casi siempre atiende con carisma a sus clientes, indica que también ha tenido que lidiar con clientes “intensos” y molestosos, que la hacen enojar. En esos casos, su esposo Luis ‘goza’ la situación, pues expresa con convicción que “ella me es fiel a mí”.

La vendedora venezolana del Castillo Ala-Vedra

Yosmel Salazar, una venezolana de 33 años, originaria de Caracas, lleva siete años vendiendo shorts para dama en un pequeño triciclo por el sector del Castillo Ala-Vedra (Noguchi y Colón). “Buenísimo, yo no me quiero ir, ya me acostumbré aquí”, dice Yosmel, refiriéndose a lo contenta que se siente de vivir en el Puerto Principal junto con su esposo y tres hijos.

No obstante, comenta que la piropean bastante y que en ocasiones intentan darle detalles, pero ella los rechaza. “¡Una tiene que hacerse respetar en la calle!”, afirma.

Yosmel Salazar utiliza ropa ajustada al cuerpo para evitar el calor.FRANCISCO FLORES / Extra

Yosmel usa ropa deportiva y ajustada que resalta su figura estilizada, pero a diferencia de Estefanía, no lo hace para captar la atención de los clientes, sino porque “la calor acá está muy fea”, dice entre risas.

La ‘Bombonera’ de la Víctor Emilio Estrada

Proveniente de Cojedes, Venezuela, Luisana León lleva aproximadamente siete años vendiendo bombones en los semáforos de la calle Víctor Emilio Estrada de Urdesa. Algunos conductores hasta se ‘cabrean’ con otros que se quedan contemplando a Luisana, quien apela a su hermosa sonrisa para cautivar a los clientes.

Allí se le da bien el comercio, puesto que su oferta de cinco bombones por un dólar es ‘caída y limpia’. Los transeúntes se han familiarizado con su presencia, pues ella ‘camella’ de lunes a viernes.

Luisana León sostiene alegre los bombones que vende.FRANCISCO FLORES / Extra

Sin embargo, su experiencia en el comercio informal no ha sido del todo buena. “Este trabajo también se presta para malos entendidos, porque los hombres ven a una chica aquí parada y creen que está haciendo otra clase de cosas”, lamenta.

Los piropos son algo cotidiano para esta mujer de 42 años, pero ella no se inmuta. “No me gustan para nada”, dice con firmeza. “A diario me invitan a almorzar, a cenar, me invitan que a la playa, al cine. Digamos que de cien personas que pasan, unas veinticinco me hacen esas invitaciones”.

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