Exclusivo
Crónica
La 'pípol' se alista para 'pegarse' la última 'chupa' de 2022
A continuación ‘embriágate’ con las historias de quienes han bebido hasta vomitar el apellido. Relatos en los que asoma el ‘besabagre’, quien ebrio besa incluso al ‘cuco’; o el belicoso, que bueno y sano no mata ni una mosca pero ‘chumado’ quiere ‘sonarse’ a todos. Algunos contaron las consecuencias de sus excesos con el licor: divorcio, palizas y más.
Ecuatoriano que se respeta tiene anécdotas que contar de alguna ‘plutera’. Y si no la ha tenido, ‘por lo bajito’ ha sido testigo del papelón que amigos o familiares han hecho ‘chumados’.
En los relatos aparecen personajes como el belicoso; el que abraza y besa a todo el mundo, incluso a la suegra que no ‘traga’; el ‘pana’ al que se le borra el casette; al que ‘pelan’ y no le dejan ni para el taxi; el que se ‘ajuma’ con solo oler el trago; el que llama por celular o le escribe a sus ex; el que ‘sale del clóset’; el que se queda ‘ruco’ en el baño; al que cargan como año viejo…
Es que con copas de más (de cerveza, whisky, ron, guanchaca y otros), la persona se puede volver incapaz, por lo menos, de ponerse de pie.
A continuación, EXTRA le cuenta algunas historias, unas añejadas, otras efervescentes.
La primera ‘chupiza’
Mariela Loor (25 años) confiesa que se ha ‘pegado’ una que otra biela, pero jamás ha quedado en calidad de ‘paquete’. Pero recuerda la primera borrachera de su ñaño.
Ella tenía 10 años, él 17. Sus padres salieron a un compromiso y Mariela quedó bajo el cuidado de su hermano, quien ese día se portó de lujo y le compró su comida favorita, chaulafán.
“‘No le digas a nadie que salí’, me dijo y se fue. Luego regresó cargado por un amigo, quien lo dejó botado en casa. Nunca lo había visto así, se revolcaba en el piso. Le pregunté qué le pasaba y me contestó que le hizo mal la comida china y vomitó”, recuerda.
“Mis padres regresaron y lo vieron en el suelo, vomitando. ‘¿Qué te pasó?’, le preguntó mi mami. ‘Me hizo mal el chaulafán que compré’, respondió mi ñaño. ‘¿Qué comida? ¡Tú estás borracho!’. Lo hizo desnudar, lo metió al baño y le dio una paliza, mientras mi papá le decía que su hazaña terminó en ‘cueriza’”.
Los cargosos y la ‘gateada’
“Estaba ‘chupando’ con unos panas, uno quedó como monigote, tirado en el sofá. Después llegó mi ñaño, que es artista, y le pidió a una amiga maquillaje. Dejó al amigo que estaba ‘noqueado’ como un trans. Al día siguiente, el ‘man’ chuchaqui se fue a su casa. Su padre le abrió la puerta. El señor es profesor universitario y le dijo de todo. Fue en 2017 y hasta el día de hoy, cada vez que bebemos, se acuerda. Ahora anda ‘once’”, rememora entre carcajadas Junior García.
Su amiga Cinthia Andrade (29) no olvida que en la época universitaria, su enamorado se quedaba a dormir en su cuarto. Su padre ni enterado, ya que su mamá le acolitaba.
“Yo estaba con mi enamorado, pero también hablaba con mi ex y una vez me insistió para quedarse a dormir y accedí. Al día siguiente, mi mami quiso entrar, le dije que no podía, que estaba con mi ‘pelado’. Me dijo que me avisaría cuando mi papi se fuera al trabajo. Como nos demorábamos, en lugar de whatsappearme a mí, le escribió a mi novio. ‘¿A qué hora sale, mijito?’. Sin querer, me delató. Mi pareja de ese entonces le respondió que él no estaba en el cuarto. Luego me llamó y reclamó. Mi mami subió bravísima, me obligó a abrir la puerta y me retó. Igual me ayudó a sacarlo de la casa. Es lo más loco que he hecho ‘pluta’”.
El ‘besabagre’
La manabita Mónica Vera recuerda cuando una vez fue con un grupo de amigos a un concierto de Vilma Palma e Vampiros, pero uno de ellos estaba ‘entonado’ y en el estadio siguió bebiendo, sobre todo cuando la agrupación argentina cantó ‘Borracho hasta el amanecer’.
“A su lado estaba una chica, no muy bonita, que empezó a coquetearle. El se ‘pegó’ otros ‘embellecedores’ y se besaron, así estuvieron en todo el concierto. Al día siguiente no se acordaba, pero se justificaba diciendo: ¿Quién no se ha besado un ‘bagre’ borracho?”, cuenta Mónica, de 30 años, quien afirma que ella también ha ‘cargado’ su año viejo, haciendo alusión a Gema Vera, la joven que llevó en su espalda a su ñaño, quien al parecer estaba ebrio. La hazaña se dio el pasado 5 de noviembre, en el malecón de Manta, donde se celebraban los 100 años de su cantonización.
“Las manabas somos fuertes, a mí también me tocó llevar mi ‘paquete’ a casa. Él iba arrimado a mí, no se podía mantener en pie. Y con el otro brazo, yo cargaba a mi hija pequeña. Eso es puro plátano y sal prieta”.
Hundidos en la vergüenza
“En la U se hizo una chiva acuática y ese día fui con una chica que me gustaba. Ambos nos paramos en la proa, como Rose y Jack de la película ‘Titanic’. En una de esas, la lancha frenó, ella se fue al río Guayas y yo caí para atrás, justo donde estaban los tragos. Terminé empapado en vodka y ron. ‘Come back’ (vuelve) le decía a ella, en son de broma”, narra Robert Delgado.
Se le quitó la ‘plutera’
“En la inauguración de la peluquería de mi ex, ella invitó a dos primas y a dos amigos gais. Tomamos vino desde las cuatro de la tarde, nos ‘picamos’ y seguimos tomando en una disco. Cerraron y no había dónde más beber, así que acudimos a un motel, allí no nos iban a botar”, cuenta Carlos Castro (45), quien precisa que todos estaban borrachos.
“Las chicas se quedaron dormidas en la cama y en uno de los muebles se quedó un muchacho. Yo estaba sentado. Amanecía y el otro (chico) salió del baño con un hilo rojo, se sentó frente a mí, se cruzó de piernas y me quedó viendo. Mi reacción fue ‘putearlo’: ‘¡Qué chu… estás haciendo!, anda a vestirte, hijo de…’. Hasta la ‘plutera’ se me fue. ¿Qué pensaba?, ¿que me iba a acostar con él?”.
Belicoso, divorciado y más
“En un ‘cumple’, un amigo se encargó de poner la música, nadie lo hacía. Primero fueron canciones ‘cortavenas’ como las de José José. El padre del cumpleañero, un adulto mayor, cantaba. Después de media hora, el DJ improvisado cambió de ritmo, puso canciones de los 90. El abuelito aguantó tres canciones y se paró bravísimo a insultarlo y decirle que deje de cambiar de ritmos”, rememora Carlos Sánchez.
“Tuvimos que cogerlo, pues le quería hasta pegar, pero lo ‘cumbre’ es que el ancianito sobrio es tranquilo, ni habla, pero con tragos cambió. Nunca más lo invitaron a otras reuniones”.
Sánchez comparte otra experiencia, esta vez de su época como universitario.
“En una fiesta, un ‘pana’ se embriagó rapidito, se metió al baño y demoró en salir. Pensábamos que se había caído. El dueño de la casa no hallaba las llaves. Golpeaban la puerta, lo llamaban, pero nada. Tuvieron que dañar la chapa, abrieron y vieron al tipo dormido en el ‘trono’”.
“El man estaba defecando, olía horrible. Le dijimos a su mejor amigo que lo limpie. Nadie lo hizo, solo le subieron el pantalón. Nadie lo quiso llevar a casa porque apestaba y se lo ‘chantamos’ a su hermano, quien fue el que lo llevó a la reunión”.
Asimismo, Sánchez cuenta que borracho les ha escrito o llamado a sus ex y sin querer las ha metido en un lío, pues varias tienen novios o esposos.
“Un ‘pana’ casado chateó con su expareja. Un día se quedó ‘ruco’ y la ‘ñora’ le revisó el celular. No lo ‘maleteó’, se divorció. ¿Qué habrá leído para que tomara esa decisión?”.
Es que mucho vino, poco tino. Y harto ron, probable papelón. Por eso, en las fiestas de fin de año beba suave, porque de las consecuencias no se sabe. Hágalo con moderación. Si se excede, el siguiente año no habrá invitación.