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"Parecía un infierno": el testimonio de quienes vivieron el incendio en El Panecillo
EXTRA habló con quienes viven en las laderas del cerro El Panecillo. Contaron cómo vivieron la emergencia en la que casi terminan quemados
Más de 12 familias que viven en las laderas orientales de El Panecillo, en el centro de Quito, no pudieron dormir bien por el temor de que algún pirómano ande suelto y vuelva a provocar un incendio como el que ocurrió el jueves 12 de septiembre en este sector.
Erika Oña llegó a pensar que ella, su abuela y su hijo iban a morir carbonizados. Recordó que al mediodía escuchó algo raro afuera de su casa y salió a ver lo que pasaba. Al abrir la puerta, una cortina de humo entró a su vivienda. Casi se asfixia. Afuera todo estaba cubierto en llamas. “Parecía un infierno”.
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La joven pensó en su pequeño, lo agarró y lo arrastró por las laderas hasta ponerse a buen recaudo. Observaba cómo las llamas se acercaban amenazantes a su hogar. Fueron quemando los terrenos de fréjol y maíz.
Las chispas ardientes que se desprendían de los árboles alcanzaban su cuerpo. Los uniformes de su hijo se quemaron. En el fondo escuchaba los gritos de su abuela Francisca, quien se quedó alimentando a dos borregos.
Los vecinos del sector también escucharon a la adulta mayor, de 85 años, y subieron para salvarla. La mujer se arrastraba por el césped. No podía caminar, estaba desesperada y por momentos dejaba de respirar.
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Uno de los moradores tuvo que cargarla para evitar que muera quemada. Asimismo hicieron con los borregos. Oña le pedía a los bomberos que ayudaran a apagar el fuego que se acercaba a su vivienda porque había cuatro cilindros de gas y temía que explotaran.
Ella y sus familiares fueron a la casa de unos vecinos hasta que los socorristas dejaran seguro el lugar. Sin embargo, la joven contó que toda la noche pasó despierta. “A la madrugada me levanté y de un árbol todavía salía humo. Mi hijo tenía pesadillas. No pudo descansar”.
¿Cómo combatieron el fuego?
Según información del Cuerpo de Bomberos de Quito, seis hectáreas de vegetación fueron consumidas por las llamas. En la emergencia participaron 55 socorristas, con la ayuda de 15 vehículos contraincendios.
La zona afectada abarca desde la calle Aymerich, en la parte alta del cerro, hasta las calles 5 de Junio y Miller, en la parte baja. En esta zona vive la familia de Fabián Guerra.
El morador también temió que su propiedad y sus parientes terminaran en cenizas. Cuando vio que el fuego avanzaba hasta su casa, cogió un balde, abrió un grifo y lo llenó de agua. De a poco trató de contrarrestar el avance de las llamas. “Por suerte, el viento soplaba de norte a sur. Si hubiese sido en dirección opuesta, habría pasado una desgracia”.
Guerra vive en las laderas de El Panecillo desde hace más de 60 años y es la primera vez que experimenta una experiencia de esta magnitud. Los sembríos de sambo que colindan con su propiedad terminaron en cenizas. Un sendero que lleva hasta el río Machángara y que sirve de camino para los habitantes de esta zona se ‘esfumó’ tras las llamas.
Guerra y Oña coincidieron en que las autoridades deben ser severas con las sanciones en contra de los pirómanos que son capturados. Ambos indican que no pueden jugar con la vida de los habitantes ni del medio ambiente. Además, hicieron un llamado de atención a la ciudadanía para que denuncie a cualquier persona que quiera hacer daño de esta manera.
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