De 5 a 7 robos diarios. Esa es la alarmante cifra que revela a EXTRA una directiva del barrio de tolerancia de Guayaquil conocido comúnmente como ‘La 18’. La dirigente, que prefirió mantener su identidad en reserva para evitar convertirse en víctima de la ‘pillería’, describe un panorama preocupante.

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Actualmente, este populoso ‘barrio’, situado en las calles Brasil y 18, está protegido por coloridos portones metálicos y guardias encapuchados, quienes controlan que solo ingresen adultos sin armas. Es por eso que dentro de La 18 no se han reportado robos.

“Adentro (del barrio) no pasa nada, el problema es a la salida. Llegan personas en tricimoto y no nos podemos meter con ellos. Hay gente que está viniendo a ‘hacer zona’ aquí”, narra preocupada la informante.

De ello existe evidencia. Un video se viralizó a finales de agosto de este año, en el que se observa a un hombre que sale del barrio Salinas caminando tranquilamente, pero a pocos metros de distancia es atacado por un ladrón que lo sujeta por el cuello desde atrás y lo tira al suelo. En cuestión de segundos, otros dos delincuentes le quitan sus pertenencias y escapan en tricimoto.

La directiva asegura que esta problemática se ha agravado en los últimos meses. “Se ha pedido la colaboración de la policía, pero vienen, dan una vuelta y se van. Nosotros ya hicimos un escrito y lo enviamos al gobernador para que nos ayude. Solo pedimos tener más resguardo policial”, menciona.

A pesar de que hay una Unidad de Policía Comunitaria (UPC) justo al lado del barrio, la dirigente asegura que “prácticamente está abandonada”.

Un vocero anónimo de la Asociación de Propietarios de Locales de Arriendo para Servicios Varios del Barrio Salinas coincide en que la presencia policial es insuficiente. “A veces vienen el fin de semana y se van. Tenemos una UPC que no funciona”, lamenta.

EXTRA solicitó información a la Policía Nacional en tres ocasiones sobre la frecuencia de patrullajes en ese sector, pero hasta el cierre de esta publicación no hubo respuesta.

Aquel dirigente indica que la delincuencia en la zona se agrava debido al tráfico generado por tricimotos.

“La ATM (Agencia de Tránsito y Movilidad de Guayaquil) debería controlar a las tricimotos. Hacen doble columna y aprovechan ese tráfico para arranchar las pertenencias de los clientes. Creo que con un solo vigilante multando, esto se sanea”, afirma.

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A pesar de las dificultades, recalca que los propietarios están al día con los impuestos, aunque en ocasiones se ven afectados por cambios en las ordenanzas con cada cambio de gobierno. Aun así, prefieren “hacer todo por derecha”, según indica.

El vocero enfatiza que solo quieren ser “parte de la solución” y están dispuestos a colaborar con las autoridades para reducir la criminalidad, ya que la situación les está haciendo perder clientes.

Otra dueña de un bar dijo que ha perdido a todas las ‘cariñosas’ con las que trabajaba, pues debido a la situación de inseguridad “no quieren comerse la camiseta”. Esto, según ella, fomenta la informalidad y alimenta la ola de prostitución ilegal que prolifera en sectores del centro de la ciudad y en las calles 17 y Maldonado.

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