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Los pacientes le son fieles al sanador Norberto Vélez. Algunos lo siguen desde hace 25 años y han llevado a sus demás familiares.Cortesía

Norberto Vélez, la increíble historia del alcalde que sana enfermos con sus manos milagrosas

A sus 17 años descubrió el poder de sus manos para sanar. Tiene una maestría y hasta un PhD que lo respalda. Al dejar el Cabildo seguirá en lo suyo

Francisco Mendoza aún guarda en su memoria aquel día en que vio a un señor llegar en el balde de una camioneta. Estaba “tirado allí, en un colchoncito, no podía ni moverse”, dice con cierta admiración por cómo lucía el hombre. Se lo notaba, afirma, casi moribundo.

Diez días después volvió a topárselo. Ya estaba en una silla de ruedas “y hasta hacía el intento por coger la cuchara con sus manos y comer. Fue como un milagro lo que le había ocurrido. Pero no, fue el sanador, ¡fueron las manos del sanador!”, repite con admiración.

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Es que el mismo Francisco, de 71 años, tiene su historia de ‘sanación’, que lo lleva a hablar del hombre que curó a “mi hijo el cantante” -dice-, a quien hace nueve años iban a operar de las amígdalas. “Él le dijo: ‘O te operas o te sometes a mi tratamiento’. Y lo curó y hoy hasta sigue cantando”, asegura mientras espera su turno, el 67 entre más de 90 pacientes acomodados en una amplia sala de espera. Apenas van por el 25.

Y como si lo llamara con su mente, se abre una puerta sobre la que luce un letrero que dice “Sanador Norberto Vélez, especialista en ciencias complejas”. Sencillo, vestido con jean, una bata blanca y zapatillas tipo suecas, de esas que usan los médicos, el hombre saluda a varios pacientes, a unos con abrazos, mientras a otros les toma su rostro con las manos. Vélez es el sanador al que Francisco se refiere.

Nacido en la comunidad de Paquisha hace 42 años, Norberto Vélez es, además, el alcalde del cantón Rocafuerte, electo en las seccionales del pasado 5 febrero dce 2023, luego de formar un movimiento independiente para lanzarse como candidato.

Vélez participó en las elecciones para alcalde con su propio movimiento, y ganó.Cortesía

Para poder conversar con él, un equipo de EXTRA tuvo que compartir durante dos días sus actividades. Primero, un viernes, entre el ir y venir de gente en el Municipio que preside, recibiendo en audiencias a pobladores de comunidades que llegan a pedir la solución de problemas.

Y al día siguiente, sábado, esperando colarnos entre los turnos de las decenas de pacientes que ese día recibe en el Hospital Holístico de Sanación Integral Energía y Vida, ubicado en el km 24 de la vía Rocafuerte-Tosagua, en Manabí

De política habla poco, en realidad. En estos días previos a las elecciones presidenciales anticipadas del 20 de agosto, se limita a señalar que su profesión es la de sanador y que si está en su cargo actual es “para servir a Rocafuerte desde la parte social y humana, porque cuando esto acabe volveré a mi trabajo. Así es como me mantengo”.

¿Pero cómo Norberto Vélez se hizo sanador?

Todo empezó por casualidad, cuando hace 25 años su sobrino Erwin, entonces de un año y seis meses de nacido, presentaba una fiebre intensa que no le bajaba por nada. “Yo tenía 17 años y sentía en mis manos un exceso de energía, como electricidad. Lo tomé de la cabeza y le transmití una energía positiva. Poco después le bajó la fiebre y se curó”, relata Vélez.

Al conocer de esa sanación, de la nada comenzaron a llegar hasta su casa, en el sector de Paquisha, personas que le pedían que los cure de alguna dolencia, que les ponga la mano en tal o cual parte del cuerpo para sanar un dolor, o simplemente que los atienda para ver si les hacía el milagrito. Cuestión de fe, nada más. Así nació la fama de Norberto Vélez, el sanador.

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Y mientras cada día el barrio se llenaba de clientes que llegaban de todas partes para hacerse ver, toda esta inusitada ‘fama’ en su pueblo acrecentó su curiosidad por esa energía desconocida, por el misterio de la vida.

Y se puso a estudiar. Primero naturopatía, obteniendo una licenciatura en Medicina Ancestral. Luego tomó una maestría en Reconstrucción del Pensamiento, una especialidad en Ciencias Complejas y finalmente un PhD en Complejidad del Pensamiento. 

Las personas llevan a sus hijos pequeños para que también los vea el sanador.Vicente Tagle / EXTRA

Durante 25 años Paquisha fue su bastión. Lo buscaban pacientes de todas partes del Ecuador e incluso desde Colombia y Perú. Hoy atiende en su propio hospital, “construido incluso antes de que fuera alcalde”, aclara, para evitar los comentarios negativos.

Ya sobre su profesión, la de sanador, asegura que muchas de las enfermedades que se presentan en las personas se deben a que “el ser humano es una acumulación de problemas. El ser humano no tiene felicidad porque no hemos aprendido a vivir entre unos y otros. De cada 10 personas, 8 no son felices”.

“La palabra tiene poder y a veces por la boca, con lo que dice o se piensa, por ejemplo que hoy será un mal día; se dice a sí mismo ‘pobre’ y le toca ser pobre, se autoproclama triste o atrae los problemas".

De allí que afirma que muchas de las cosas negativas en las personas se dan porque uno mismo las llama. Según el sanador Norberto Vélez, las personas “somos seres creados para crear; nuestras vibras, negativas o positivas, las creamos nosotros mismos”.

Los pacientes escuchan con atención una charla del sanador, donde les comenta sobre el poder que tienen las palabras y los pensamientos positivos.Vicente Tagle / EXTRA

Es sábado ya y su consultorio ese día luce repleto. Entre los tantos pacientes, con el turno 36 está Víctor Rezabala, de 72 años, quien vive en el sector de Los Esteros, en Guayaquil, y hallegado ese día para hacerse atender ya no de su próstata, sino de una dolencia en las piernas.

“Mi próstata ya está mejor”, dice contento, mientras guía a un par de vecinas que ha traído desde el Puerto Principal para que se hagan ver. “Yo le tengo fe y por eso ellas vinieron también”, asegura.

Metros más allá, una parejita que prefiere no identificarse retira medicinas y solo cuenta que llegaron porque desean tener un hijo y creen que “el sanador nos puede ayudar, ojalá. Esto es asunto de creer también en la medicina natural”, comenta la mujer.

Ya en medio de tanta agitación, Norberto Vélez, el sanador, le toma la cabeza a un niño. Es como si lo tanteara con sus manos. Le dice a la mamita: “Está bien, lo siento sano”. Y continúa su camino, mientras la mirada de decenas de clientes, entre esos Francisco, lo sigue hasta que se pierde tras la puerta de su consultorio. Les tocará esperar. Es asunto de fe, nada más.

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