Cuando un agente de Policía le mostró unas fotografías de Eduardo Montenegro a una niña de 9 años, ella lo reconoció plenamente como el hombre que la habría violado en un terreno abandonado del centro de Quito.

La víctima recordó que cuando fue abusada sexualmente, el 9 de abril, su agresor tenía el tatuaje de un dragón en la pierna, un corazón en la mano y unas lágrimas debajo de sus párpados.

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Además, una cámara de seguridad captó el momento en el que Montenegro llevaba a la niña hacia un terreno baldío de San Francisco de Miravalle para cometer el delito.

El sujeto, según indagaciones de la Fiscalía, sería el responsable de al menos 10 violaciones durante dos meses, en los sectores de Auqui de Monjas, Loma de Puengasí, Itchimbía, Miravalle, Alma Lojana, María Guadalupe, Guápulo y Cochapamba.

El presunto violador casi fue linchado, el jueves 2 de mayo, cuando una pareja lo identificó como el individuo que salía en el video con la menor de edad. Ese día, la Policía le encontró 81 fundas de marihuana y varias prendas de vestir dentro de una mochila.

La madre de la niña que fue abusada sexualmente el 9 de abril contó que la pequeña salió a las 15:00 a buscar a su hermano que jugaba fútbol en las canchas del barrio.

De pronto, Montenegro había salido de la maleza y le amedrentó con un cuchillo. La llevó a unos terrenos donde le habría violado.

Desde entonces, la señora cuenta que su hija no puede dormir. Al parecer, el detenido le amenazó de que mataría a toda su familia si la pequeña contaba algo de lo sucedido. “Está con tratamiento psicológico para superar todo esto”.

La madre pide la pena máxima para Montenegro y se encuentra indignada porque su hija no solo sería la única víctima. “Debería haber cadena perpetua para estos sujetos”. Añadió que cuidará más a sus hijos y que los acompañará a todo lado.

El teniente coronel Francisco Hernández precisó que el sujeto tiene denuncias por violación de cuatro niñas, tres adolescentes y cuatro mujeres. El oficial agregó que durante las investigaciones se tratará de determinar si este sujeto, según su forma de operar, respondería a la actitud de un psicópata o sociópata.

“Este tipo de personas se encuadran en los perfiles criminales de los asesinos seriales”.

A partir de este caso, los moradores del barrio donde atraparon a Montenegro buscarán medidas de seguridad para evitar que en las zonas abandonadas ocurra este tipo de delitos. Planifican hacer rondas nocturnas y crear más chats comunitarios para estar alertas. 

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