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Cerca de la Navidad, las personas recorren el centro, la bahía, por compras.Freddy Rodriguez/EXTRA

¡Multitud en la bahía!

Los controles resultan insuficientes ante miles de personas que circulan en el centro de Guayaquil, haciendo compras, pese a la pandemia del coronavirus

Ni el hecho de que todavía deambule por Guayaquil el coronavirus o que en el centro de la ciudad, sobre todo en la bahía, la policía metropolitana esté realizando de forma permanente operativos para evitar la presencia de los vendedores informales; han evitado las aglomeraciones.

Desde el pasado miércoles, la presencia de estos últimos -nuevamente- se ha incrementado. Y con ello, también los clientes y los vehículos que intentan circular por el sector.

El jueves anterior, Federico Delgado demoró una hora con cuarenta y cinco minutos en desplazarse desde la ciudadela La Pradera 3, en el sur, a los Álamos Norte, en el norte de la ciudad. “Esa es una de las rutas que tomo para ir a casa. Eran las 16:00 y me arriesgué porque no pensé que habría tanta gente. Me equivoqué y de la peor manera, pues toda la calle Olmedo estaba repleta, nadie avanzaba. Era una locura. Que este iba a ser un diciembre diferente, no es cierto”, relata.

Inseguridad.

Los visitantes y comerciantes reportan algunos robos en la bahía esta semana. El miércoles anterior, los metropolitanos capturaron a un delincuente

Ayer EXPRESO recorrió el lugar y confirmó que el escenario que se vivía era el mismo de los días anteriores. Hubo aglomeraciones, comerciantes que se movilizaban con sus productos de un lado a otro (empujándolos sobre el piso con una especie de sábana y soga); y decenas de ciudadanos que caminaban incluso sin portar la mascarilla.“Esto es un infierno”, lamentó, algo estresada, Cynthia Clavijo, quien había llegado al lugar para comprar los regalos a su familia. Para evitar ingresar a la bahía, Clavijo, residente de la séptima etapa de la Alborada, había optado por recorrer las boutiques que están levantadas en plena avenida Olmedo, entre Chile y Eloy Alfaro; pero los amontonamientos fueron los mismos.

“No he podido comprar nada porque me ha ganado el miedo. Pensé que en esta zona todo estaría más tranquilo, pero ha sido peor. La gente se está cepillando el cabello, depilando las cejas en plena calle. Es ilógico, me siento mal de estar aquí”, precisó, mientras buscaba apresurada un taxi para retornar a su hogar.

La escena a la que se refiere Clavijo fue evidente en una esquina de la calle Eloy Alfaro, donde al menos cuatro jóvenes, con pinzas pequeñas en mano y sin cubrebocas, se acercaban al rostro de las clientas para darle forma a sus cejas. “Prácticamente les están respirando en el rostro. ¿Acaso nadie aquí tiene miedo al coronavirus?”, cuestionó Adela Arcos, residente de la ciudadela Nueve de Octubre, que asimismo intentó recorrer la bahía -como tradicionalmente lo ha venido haciendo desde el 2012- pero se retiró al ver el ambiente que allí se vivía.“Esto no puede ser más estresante...”, agregó, al detallar que demoró 28 minutos en encontrar un sitio para estacionar su auto, debido a que en todas las avenidas cercanas al sitio comercial había tráfico y más de un bus obstaculizaba las calles.Si bien a los agentes metropolitanos, de la Policía Nacional y de la Autoridad de Tránsito Municipal, se los observó realizando operativos en el sector de la bahía; a juicio de los peatones y los testigos que analizan la situación desde las veredas de al frente, estos resultan ser aún muy pocos.“Necesitamos más agentes, muchísimos más, porque las aglomeraciones y los ambulantes desaparecen solo cuando están los uniformados. Ellos se mueven y todo se mueve”, detalla Claudia Espinoza, habitante del sector, quien ante la cantidad de ciudadanos que ve deambulando, ha decidido evitar salir de casa.

Por la cantidad de gente que veo en la bahía, me da hasta temor circular con el carro. Pensé que la pandemia iba a evitar que tanta gente salga a la calle, pero no fue así. Eso me preocupa.
Mariana Delgado,
visitante

“Por suerte estoy en modalidad de teletrabajo. Desde mi ventana, veo y escucho todo, y no me queda nada más que rogar porque no llegue la segunda ola”, argumenta.  Para los ciudadanos, que semanas atrás -como lo ha venido publicando EXPRESO- se hayan clausurado bodegas que no tenían permiso para funcionar y que algunos informales se hayan instalado en un galpón del norte de Guayaquil para vender sus artículos, no es suficiente. Sin embargo, aunque solicitan más control, hacen un llamado a la conciencia ciudadana. 

  “Los policías no pueden ni deben estar atrás de nosotros diciéndonos que usemos la mascarilla o respetemos el distanciamiento. No somos bebés. Tenemos el recuerdo del pasado. ¿Ya se nos olvidó lo que vivimos en marzo?”, reflexionó el visitante Napoleón Pesantes, quien con una mascarilla y un visor facial, como protector, además de alcohol, se disponía a entrar al pabellón donde venden zapatos.

La noche del jueves, las calles que rodean los centros comerciales de la ciudad, también fueron testigos de la llegada de la Navidad. La avenida Francisco de Orellana, donde están cuatro centros comerciales y se conecta un quinto; y la avenida Benjamín Carrión, donde se levantan otros dos, permanecían llenos de autos. “Las compras navideñas sin duda han empezado, ni la pandemia lo evitó. Llevo 30 minutos intentando llegar a la Alborada y estoy apenas en Las Aguas. En un día normal, mi recorrido dura 8 minutos”, lamentó el conductor Abdón Valladares.