Exclusivo
Actualidad
“Mejor que maten el tiempo a que se maten”: Fundación saca a niños del crimen en Guayaquil
La labor no ha sido sencilla, han intentado extorsionarlos por llegar a sectores ‘calientes’ para impartir clases de arte, música y deportivas
En las calles de Monte Sinaí, asentamiento popular que pertenece al distrito Nueva Prosperina (363 mil habitantes), el más violento de la Zona 8, comprendida por Guayaquil, Durán y Samborondón, cuando la sangre de los asesinatos desaparece, emergen los gritos de niños que corren detrás de un balón.
(Lee también: Guayaquil: Balacera en paseo comercial de La Alborada dejó varios heridos)
Ese inocente juego resulta en bálsamo para las heridas que deja la ola criminal en esa zona del noroeste del puerto principal, que en lo que va de este año suma más de 450 muertes violentas. Y la vida de ese lunar, entre las disputas de bandas por territorio para la venta de droga, es promovida por la Fundación Huancavilca, que busca alejar a niños, jóvenes y adultos, a través de clases de música, danza y deportes, de los tentáculos de estas organizaciones criminales.
Y lo mismo ocurre en el Guasmo, del distrito sur, que acumula más de 300 asesinatos en este período.
Alexandra Molinero, directora de la institución, pondera que gracias a las actividades que realizan, al menos en el Guasmo, están más seguros, pues han logrado que los grupos criminales se mantengan alejados de los alrededores.
Sin embargo, esto no ha sido una labor fácil, ya que ha tomado tiempo y esfuerzo para que las personas aprecien su trabajo. “En los inicios, los alumnos no podían salir del recinto porque se les robaban los instrumentos, cuando esto pasaba nos tocaba buscar a esas personas y recomprárselos, a veces por cantidades ínfimas como cinco dólares. Ahora ya no ocurre eso y pese a la situación de inseguridad actual los estudiantes pueden caminar más seguros”, admite.
También -dice Molinero- han tenido que aprender a moverse en los sectores de mayor peligrosidad y a recurrir a los líderes comunitarios para poder realizar sus tareas de capacitación con seguridad.
“En Monte Sinaí, por ejemplo, cuando recién ingresamos, hubo un incidente con unas motos que rondaban el lugar donde nuestros beneficiarios practicaban fútbol. Una de estas personas se acercó al profesor y le preguntó que con qué iba a colaborar para que lo dejen realizar las actividades. Tuvo que venir la líder de la comunidad y presentarlos, explicarles qué es lo que hacía la Fundación en beneficio de la comunidad y solo así se logró que nos dejaran trabajar sin problemas”.
Beneficiarios
Azucena Pérez es una beneficiaria de la tercera edad, quien actualmente recibe clases de computación básica. Resalta que las actividades ayudan a los niños y jóvenes a “matar el tiempo aprendiendo cosas útiles para la vida, en vez de matarse entre ellos”.
Carlos Gabriel, de 19 años, practica taekwondo en la fundación desde los 8 y valora que las clases le han permitido no caer en actividades negativas.
“El taekwondo me ha ayudado a mantenerme bien de salud, me ha enseñado de compañerismo, disciplina y respeto. Además, mantiene tu mente ocupada, inviertes tu tiempo en algo provechoso, esto evita que entres en cosas malas como el consumo de drogas y la delincuencia”, menciona.
Temor golpea su labor
Pese a lo positivo de su iniciativa, esta oenegé, que beneficia a unas 700 personas en Guayaquil, ha sufrido una merma de usuarios por el incremento de la inseguridad. “En este año hemos tenido un alto grado de deserción. La mayoría de los casos se debe a que los padres no quieren que sus hijos salgan de casa, prefieren que vayan a la escuela y de ahí a encerrarse”, lamenta.
Temporalmente han tenido que dejar de lado un componente importante de la educación que imparten, que es el sentirse orgullosos del vecindario al que pertenecen.
“Con la situación criminal no podemos decirles a los niños que sientan orgullo de lo que ocurre en sus sectores, es algo que hemos dejado de lado, pero que consideramos muy importante porque cuando uno valora de dónde viene, dónde vive, busca su mejoramiento”.
Por eso los grupos de música que están integrados por los menores de edad de cada sector dejaron de identificarlos con los nombres de sus barrios, como lo hacía la Orquesta Sinfónica Infantojuvenil del Guasmo sur. “Esperamos que pronto mejore esta situación para volver a dar este mensaje”.
¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡Suscríbete aquí!