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Familiares de víctimas de la matanza en Carchi: “Nos quedamos destrozados”
La casa comunal de San Cristóbal Alto se adecuó para velar a los fallecidos. Los deudos exigen que el responsable de balear y machetear a sus seres queridos sea capturado. Temen que vuelva para atacar a los demás.
El último recuerdo feliz que tiene Luis Pastás es lo que vivió en el feriado de carnaval. Esa fecha, él viajó desde Pupiales, Colombia, a San Cristóbal Alto, en San Gabriel, Carchi, para visitar a su hija Oliva del Rosario, a su yerno Iván Toro, a las hijas de ambos, Karen y Brighit, y a sus dos bisnietas, de 1 y 8 años.
“Todos estábamos contentos. Nos mojamos y la pasamos muy bien”, decía el hombre, cuya alegría se convirtió en llanto luego de que un mes después, cuatro de sus seis seres queridos fueron asesinados a balazos y con un machete.
Sucedió la tarde del miércoles dentro de la propiedad familiar. El sospechoso del crimen fue identificado como Danilo Chávez, expareja de Karen y padre de las dos niñitas. Solo ella y la menor de las nenas fueron las sobrevivientes de esta masacre familiar que ha conmocionado a la ciudad carchense.
“Si mi nieta (Karen) no se hacía la muerta, de seguro que este tipo acababa con ella”, relata Luis parado afuera de la casa comunal de San Cristóbal, donde se adecuó un espacio para velar a los cuatro fallecidos. La exesposa de Danilo se debate entre la vida y la muerte en Quito, a donde fue trasladada para salvarla.
Quería que la bautizaran
Jueves, 20:00. Los 10 grados de temperatura que se registran en San Cristóbal hacen tiritar a la gente que acudió al velatorio. Cobijas, ponchos, chompas gruesas... sirven para calentarse mientras las personas se acomodan, paradas o sentadas, dentro de la casa comunal para oír la misa que oficia el padre Aníbal Díaz.
Para rezar con micrófono en mano, el sacerdote se para frente a los féretros. Tres de ellos son cafés y solo uno, el más pequeñito, es blanco. Allí reposan los restos de la mayor de las hijas de Karen y Danilo.
“Parece que no mató a la otra niñita (de 1 año) porque (el sospechoso) quería que la bautizaran”, argumenta Gloria Pastás, tía de la joven sobreviviente y que llegó con su padre Luis desde Colombia apenas supieron de la desgracia. El indagado plasmó ese deseo en una carta exculpatoria que escribió y dejó en la escena del crimen. Pedía, además, perdón a su madre por lo que había hecho.
Gloria cuenta que no han estado tranquilos desde el crimen, no solo por la tragedia en sí, sino porque Danilo no ha sido detenido. Ella confiesa que el implicado no solo amenazaba de muerte a Karen, también al resto de la familia.
“Lo que más le dolió a ese hombre fue que mi sobrina lo dejara. Incluso le dijo que si lo denunciaba, él acabaría con todos nosotros”, dice la señora en compañía de sus seres queridos durante el velorio. Por eso, piden que la policía los custodie para evitar una nueva tragedia. Ante la amenaza, un contingente de gendarmes se ubicó cerca del funeral para aprehender al tipo por si se acercaba.
Sin apoyo
El frío no cesa. Los parientes de los fallecidos reparten a los presentes vasos con agua de canela hirviendo y galletas saladas. Mientras se reza el rosario, Yolanda Pastás, otra tía de Karen, detalla que la víctima y su expareja se dedicaban a la crianza de ganado. “Un hermano mío le prestó a ese hombre dinero para que comenzara el negocio. Pero ahora mire cómo nos paga”.
La pariente asegura que los maltratos eran frecuentes, lo que motivó a la joven a dejarlo tres meses antes. Debido a que temía por su vida, ella tenía una boleta de alejamiento. “Ese tipo podía ver a las niñas solamente a cinco metros de distancia”, indica la pariente.
Pero las amenazas se agravaron desde la semana pasada, agrega. Por eso Karen decidió ir, dos días antes del crimen, hasta la Fiscalía para pedir que la ayudaran.
“Mi sobrina puso en conocimiento que ese hombre la quería matar. Cuando fue a denunciar, le dijeron que debía traer pruebas y no le ayudaron”, dice indignada la mujer.
Para corroborar esta queja de que el Ministerio Público supuestamente no atendió el pedido de la víctima, EXTRA acudió hasta la Fiscalía de San Gabriel.
Gabriela Padilla, fiscal que conoció el caso de las presuntas agresiones de Danilo y que ahora indaga el crimen, explicó que no podía rendir ninguna versión hasta que se lo autorizaran sus superiores desde Quito. Incluso se estaba gestionando una rueda de prensa para hablar del tema, pero hasta el cierre de esta edición no se concretó nada.
El sepelio
La misa termina. La gente que conoce a la familia de las víctimas sigue llegando para acompañarlos en su dolor. Los abrazan. Lloran. Las palabras de pésame buscan calmar a los allegados de los fallecidos, pero todo es en vano.
“Lo que queremos es justicia. Que atrapen al sujeto y que pague por lo que hizo. Nos quedamos destrozados con todo esto”, exclama Luis Pastás, quien cuenta que el sepelio se realizará en el cementerio de San Gabriel. Descorazonado regresará a Pupiales, de donde es oriundo, acompañado con el último recuerdo feliz que tiene de su familia.
Por este crimen, miembros del Grupo de Operaciones Especiales, Dinased y la Policía Judicial han emprendido una búsqueda exhaustiva por la comunidad. “Esperamos capturarlo vivo para que responda por lo que hizo. En caso de que haya tomado la decisión de suicidarse, también haremos todo para recuperar el cuerpo”, precisa Geovanny Argüello, jefe de Policía del cantón Montúfar.
La preocupación de que Danilo se haya quitado la vida surge porque en la carta que escribió durante el crimen, él da a entender que también morirá. Esto porque en unas líneas dice que desea que lo cremen.
Todavía no hay certezas de su paradero, pero se cree que el sospechoso está por la zona en la que se cometió la matanza.