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Jóvenes tuvieron una rehabilitación infernal en supuesta clínica
El lugar funcionaba en el sur de Guayaquil. Internos huyeron cansados del maltrato físico y verbal que dicen haber sufrido allí.
Flaquito, cansado y alterado emocionalmente. En esas condiciones llegó a casa el hijo de Lorena (nombre protegido) la noche del domingo pasado. Al fin había logrado huir del infierno que vivió por cuatro meses en una supuesta clínica de rehabilitación, en el sur de Guayaquil.
Ese día, él y los demás internos escaparon del sitio, cansados de los maltratos que aseguran haber sufrido durante su permanencia ahí.
La madre de familia aún está consternada al recordar que el chico, de 26 años, apareció con mal aspecto. Eso confirmó sus sospechas de que algo andaba mal con el tratamiento.
Según cuenta la mujer, en todo este tiempo no pudo verlo. Sin embargo, le mostraban videos de él y en las filmaciones lucía delgado.
Luego de nuevamente abrazar a su vástago y conversar, se enteró de lo que realmente sucedía en esa casa, en el barrio Centenario.
“Le daban aguado de hueso de pollo, esa era su comida”, comenta Lorena. También le suministraban levomepromazina, un medicamento con propiedades sedantes que reduce la ansiedad, combate el dolor e induce el sueño.
De acuerdo con el relato del joven a su madre, el dueño solía dejar encargados de la clínica a dos coordinadores. Uno de ellos “les daba golpes, les pegaba con un bate de fierro en las costillas, les tiraba la comida como perros”.
Según la señora, la vivienda no tenía un letrero que la identifique como una clínica especializada. Esta situación fue constatada por un equipo de EXTRA el miércoles. Además, nadie salió a la puerta para atender el llamado.
Aunque Lorena siente alivio de tener de nuevo a su retoño junto a ella, le preocupa que el dueño del establecimiento tiene la cédula de su hijo, pues se la pidió para los trámites de ingreso. En ese lugar quedaron otras pertenencias del ‘pelado’.
La misma queja tiene Teresa (nombre protegido), otra progenitora cuyo descendiente, de 23 años, no recuperó su ‘cachina’. Y eso sin contar la estadía inhumana que tuvo allí.
Ambas mamás dijeron que, de acuerdo con una vecina de la zona con la que hablaron, el domicilio pertenecería a una mujer, quien lo habría alquilado pensando que iba a ser habitado por una familia.
El hijo de Teresa fue ingresado el 2 de julio. Ella, al igual que Lorena, tampoco pudo ver al joven. “Iba sin avisarle (al dueño), eso no le gustaba. Yo solo llegaba afuera, nunca lo vi a mi hijo. Supuestamente iban a permitirme hacerlo a los seis meses”, explica.
En los días posteriores al escape, el veinteañero ha tenido pesadillas. Está asustado, se levanta pensando que aún sigue internado. Además, tiene unas ronchas en el cuerpo.
Explicó a su mamá que el maltrato también era verbal. Por eso todos planificaron que esa noche, al momento de la merienda, iban a revelarse para lograr salir.
En un video grabado por cámaras del sector, se observa al grupo de chicos correr desesperados por su libertad.
NO PUDIERON INGRESAR
Personal de la Agencia de Aseguramiento de la Calidad de los Servicios de Salud y Medicina Prepagada (Acess) acudió al lugar para realizar una inspección, pero no había nadie allí, resultándoles imposible entrar. En controles anteriores, la institución ha detectado clínicas clandestinas en las que ocurrían varias irregularidades, como insalubridad, hacinamiento, maltrato a los usuarios y que los sitios no contaban con el permiso necesario.
Precisamente, a Lorena y Teresa sus hijos les contaron que ese sitio era insalubre. Tenía colchones sucios y en mal estado.