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Joven fue violada por el conductor de un taxi ‘pirata’ en Guayaquil: ¡Le ‘valieron’... sus súplicas!
El hombre la apuntó con un arma de fuego, la llevó a un sitio apartado y allí cometió el delito sexual. La chica se lanzó del carro para huir de su agresor.
La desesperada súplica de una joven ni sus lágrimas bastaron para evitar ser agredida y violada, salvajemente, por el conductor de un taxi informal.
La noche del jueves 25 de agosto, Marcela (nombre protegido) se subió en un vehículo y solicitó al taxista que la llevara hasta su domicilio en el centro de Guayaquil, sin embargo, a los pocos minutos el hombre amable se transformó en un monstruo, la insultó, golpeó, apuntó con un arma y la ultrajó.
En la denuncia colocada en la Fiscalía del Guayas, la víctima, de 18 años, relata que poco antes del mediodía llegó a la casa de una amiga en el suroeste de la ciudad y que allí permaneció hasta las 21:00, en que decidió retornar a su hogar. “Salí a coger un taxi, pasó un carro negro, tipo Sail, el chofer era afroecuatoriano, cabello zambo, piel oscura, de aproximadamente 35 años; me dijo que me iba a cobrar 5 dólares por la carrera”, relata.
Recuerda que en el trayecto comenzó a sentirse mal y a medida que el carro avanzaba sentía sueño y deseos de vomitar. “Observé que el carro se desvió por la vía a la costa y avanzó hasta un lugar desolado, donde había mucho monte, me sentía cada vez más mareada, olía mal, en ese momento saca un arma de fuego, me apunta y amenaza”, rememora.
El delincuente la obligó a sentarte en los asientos posteriores y le advirtió que si no cooperaba le dispararía. “A la fuerza me quitó el pantalón, mientras me apuntaba con el arma, le suplique que no me haga daño, llorando le dije que si tenía mujer tampoco le gustaría que le hicieran lo mismo, pero mis súplicas no bastaron, porque aun así me violó”, expresa.
El violador condujo hasta el centro porteño y avanzó hasta la dirección que la muchacha le había dado cuando solicitó sus servicios. “En ese momento sonó mi teléfono, traté de contestar, pero él alcanzó a ver y me arranchó el celular. Siguió conduciendo, avanzó por la avenida Barcelona”, menciona.
Finalmente, armada de valor y coraje, la guayaquileña decidió escapar, aprovechó un descuido de su agresor y se arrojó del vehículo. Luego caminó varios metros, llegó a una tienda y solicitó ayuda.
(AEB)