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La joda aún no vuelve a La Mariscal
La zona rosa de Quito no logra reactivarse, pese a los esfuerzos. Desde el Municipio se barajan alternativas para recuperar lo perdido.
Son las 19:00. La Tricolor acaba de ganar un partido, pero en La Mariscal, la zona rosa de Quito, parece que no ha pasado nada. Los enganchadores (personas que se acercan a ofrecer los servicios de los bares y restaurantes a los transeúntes) tuvieron expectativas que no se cumplieron.
A pesar de la esperanza por la reactivación, esta se muestra lenta; demasiado para quienes han parado sus actividades por más de un año debido a la pandemia.
“Antes esto era a reventar, los quiteños festejaban a lo grande a la selección”, dice José, uno de los enganchadores.
En la intersección de las calles Foch y Reina Victoria se escucha a lo lejos: “Qué locura enamorarme yo de ti...”, una movida salsa que contrasta con los cuatro locales cerrados de esa esquina. Si antes había una especie de competencia entre qué música sonaba con mayor fuerza, hoy parece un fondo musical.
María Inga vende caramelos y cigarrillos afuera de los bares. La venta tampoco es lo que esperaba. Si antes lograba 70 dólares en una noche, últimamente no saca ni 20.
“Poco a poco va aumentando la gente, pero no es suficiente”, cuenta. Y lo lamenta.
Se queda hasta la medianoche, sobre todo los fines de semana, pero los farreros aún no se han decidido a salir abiertamente a la zona rosa, aunque sí en los barrios. ¡Doble cara!
Solo el último fin de semana, la Agencia Metropolitana de Control (AMC) levantó 69 medidas administrativas, especialmente en establecimientos que no disponían de la Licencia Única de Actividades Económicas (LUAE) o hicieron un mal uso de la misma. También por otros temas, relacionados con bioseguridad, espacio público, ambiente y construcción.
Por ejemplo, en La Circasiana se clausuró un cine para adultos. En Calderón hubo una fiesta con aproximadamente 200 personas y en el mismo sector se reportó la presencia de 300 asistentes en una gallera, según la entidad.
Sara Farsian, propietaria de uno de los locales de la Foch, dice que si un viernes llegan 20 personas... ¡es bastante! Incluso así, ve con optimismo la reactivación que, aunque lenta, le ha permitido poco a poco ir recuperando su inversión.
“Tengo otro local en la avenida Amazonas. Allá sí nos va muy mal”, agrega.
TODOS LOS NEGOCIOS
En La Mariscal no solo hay bares y discotecas. En negocios de vías como la Juan León Mera, Amazonas o Reina Victoria ya se empieza a constatar el incremento de clientes. Y la reapertura o inauguración de restaurantes, minimárkets...
Locales que en los meses más duros de la pandemia quedaron vacíos, nuevamente son ocupados. Cevicherías, puestos de comida mexicana, tiendas de frutos secos, entre otros, abren sus puertas.
Carlos Andrade inauguró un minimárket-cafetería hace unas semanas en la avenida Amazonas, debido a la baja en el precio de los arriendos. “Decidí arriesgarme y por ahora no me ha ido mal”, asegura el comerciante.
“En la (Plaza) Foch se ha notado que han ido reabriendo varios negocios, pero no muchos tampoco. El nivel de gente que hay un viernes es la quinta parte de lo que había antes de la pandemia”, señala David Hernández, director técnico de la iniciativa La Mariscal Sur.
En el caso de los hoteles también hay un “ligero” incremento de la ocupación. Establecimientos como el Hilton Colón, Mercurie o Reina Victoria cuentan con una ocupación hotelera del 25%, dato que refleja una mejoría, pero todavía lejos de los niveles prepandemia, señala Norman Bock, presidente ejecutivo de la Asociación de Hoteles Quito Metropolitano.
En esta misma época del año pasado, la ocupación de los hoteles grandes de La Mariscal llegó al 10 %. Pese a la mejoría, no se equipara a los niveles prepandemia de ocupación del 60 %, sostiene Bock.
Pero también hay establecimientos que no lograron levantarse.
Uno de ellos es el hotel Nu House, que se sitúa en plena Plaza Foch. Por ahora, el lugar no tiene planificado abrir sus puertas.
Para Katia Narváez, administradora de la zona La Mariscal, la última cuarentena de abril y mayo también influyó en la lenta recuperación del sector, aunque ha ido de la mano con las dinámicas internacionales de las zonas turísticas.
“Nuestro plan de acción está encaminado a pasar de ser una zona rosa a una turística”, enfatiza.
DESCUIDO
El jueves pasado, a pesar de que los locales se han esmerado por decorar sus puertas con globos tricolores, promociones de comida y cocteles, la afluencia ha sido escasa.
Estos arreglos contrastan con los letreros de “se arrienda” o “se vende”. También con la falta de luminarias en algunas cuadras de esta zona, por donde, según los comerciantes, es mejor no pasar porque son los lugares preferidos de los malhechores para asaltar o arranchar las pertenencias de transeúntes incautos.
Narváez responde que la Administración Zonal está coordinando con la Empresa Eléctrica Quito la reparación de los focos dañados; así como con la Empresa de Obras Públicas y Quito Turismo para la recuperación de jardineras, aceras y bordillos. “Estamos preparando un relanzamiento de La Mariscal”.
El objetivo principal es la reactivación del turismo nacional, para luego pasar al internacional. Para ello se realizarán, según la funcionaria, alianzas estratégicas con diez centros culturales que se asientan en dicho sector. (DMA / SA)
El 8 de septiembre empieza el plan piloto a cargo de la Secretaría de Seguridad del Municipio de Quito y que da los lineamientos para la reapertura de los establecimientos de manera segura en el sector de bares, discotecas, centros de diversión nocturna, karaokes y similares.
Los propietarios se inscribieron desde el 24 de agosto. Según Carmen Alarcón, directora metropolitana subrogante de Gestión del Subsistema de Salud, entre los requisitos están: la ventilación adecuada de los espacios, distancia de al menos 1,5 metros, el uso de vajillas desechables biodegradables, dispensadores de gel desinfectante, limpieza adecuada de mesas luego del uso de cada cliente.
Hasta ahora se han inscrito 106 negocios de la ciudad, los cuales abrirán sus puertas para las inspecciones. “Si no cumplen con las normas, no podrán abrir sus puertas”, enfatiza.