Volver al lugar que por siete meses ha sido su espacio de trabajo es ahora una pesadilla. Un agente penitenciario, a quien llamaremos José, confiesa que su mayor preocupación es ser víctima de una bala perdida, producto de los enfrentamientos que desde febrero pasado se dan en la ‘Peni’.

El guía penitenciario, de 31 años, revela que desde el 28 de septiembre se escuchan detonaciones a diario, provenientes de los pabellones 2, 3, 5, 6, 7, 8, 9, 10 y 12. El jueves pasado, uno de sus compañeros resultó herido de bala mientras cumplía su ronda por las afueras del pabellón 9. Y no es el único, porque en las semanas anteriores otros dos también sufrieron afectaciones por proyectiles.

José sostiene que él y sus 150 compañeros de labores temen por sus vidas. “Solo estamos armados de valor, nos disparan desde las garitas improvisadas, hechas por ellos mismos. Esto es peor que el ‘Juego del calamar’ (...). Ellos son los que tienen el control”, expresa.

“Nadie hace nada. Esto se pudo evitar desde la primera masacre. El SNAI debió tomar cartas en el asunto y reubicar a los cabecillas y secuaces de los jefes de las bandas que están en la Regional (Centro de Privación de Libertad Zonal 8)”, lamenta.

Ángel, otro agente penitenciario, cuenta a este Diario que desde hace 4 días no ingresaba a los pabellones para realizar conteo de presos a causa de las amenazas y amedrentamientos de parte de los internos.

“El día de la última matanza fue un infierno. A algunos presos los quemaron, les cortaron las cabezas, fue una verdadera masacre”, narró.