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Guayaquil: Pulguero convirtió una esquina de Orquídeas en un mall al aire libre
En el emprendimiento hay prendas nuevas y usadas, que vende en módicos precios que van desde $ 3. Tiene clientes que también le ofrecen para reventa.
Carteras, pulseras, anillos, perfumes, camisas, camisetas, blusas y vestidos ‘adornan’ un tramo de la avenida Roberto Estrada Guzmán, en el norte de Guayaquil. Amelia Otero, de 54 años, es la ‘culpable’ de haber convertido una pared de la ciudadela Las Orquídeas en una colorida tienda de moda ambulante. Aquí se cumplen las tres B: bueno, bonito y barato.
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Detalló Amelia sobre los inicios de su emprendimiento, que no comenzó en esta esquina, sino en su domicilio, a pocos metros de distancia, pero que decidió mover debido a la inseguridad de la ciudad.
“Me dio miedo de que puedan llegar delincuentes a robarme, y como tenía la mercadería en casa, temía que se metieran y se llevaran más que la ropa. Por eso decidí mudarme hasta acá. Esta pared pertenece a un taller que, afortunadamente, no tiene ningún problema con mi negocio”, mencionó la vecina, quien cuelga la mercadería en percheros y coloca algunos accesorios sobre una mesa.
Su negocio se inició hace aproximadamente un año y medio en la avenida Roberto Estrada, una de las principales y más transitadas calles de este sector, lo cual le ha permitido ganar fama entre los moradores.
Su mercancía proviene de diferentes fuentes: viajes periódicos a Estados Unidos para traer ropa y accesorios, envíos de familiares que residen en el extranjero y proveedores locales que le ofrecen ‘halladitos’ (ropa usada en buen estado) a precios módicos para revender. ¡Y le va bien!
En la ‘Esquina del Éxito’, como ha denominado su emprendimiento, se pueden encontrar blusas a 3 dólares, un par de zapatos para mujer por 10 ‘latas’ y un elegante vestido de noche por $ 12.
También ofrece ropa nueva y de marca, aunque a precios algo más elevados. Además de prendas de vestir, se venden perfumes, artículos de joyería y cremas, todo a precios asequibles.
Amelia recuerda que no siempre se dedicó a vender ropa de segunda mano. “Una amiga que tenía una fábrica de ropa y ella me vendía. Pero falleció, la fábrica cerró y tuve que buscar dónde conseguir la mercadería para seguir trabajando”. Así fue como empezó a comprar prendas usadas a sus antiguos clientes.
Amelia tiene buen 'ojo' para la ropa
Con el tiempo, Amelia desarrolló un buen ojo para seleccionar la ropa. “Me fijo en que no tenga manchas, que no esté rota, que no tenga malos olores y que aún mantenga vivos los colores antes de comprar algo para luego ponerlo a la venta. Tengo mucho cuidado con esto, por eso la gente viene y vuelve a comprarme porque saben que es ropa de segunda, pero que todavía tiene vida”, explicó sobre el proceso de selección de las prendas que pone a la venta.
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Amelia ha sido fuente de inspiración para otras vecinas, quienes, al ver que su negocio da frutos, decidieron unirse. Ahora son tres las emprendedoras que comparten este espacio para vender sus productos.
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