Viste ropa apretadita y en sus manos lleva una funda con caramelos. Camina alrededor del parque Victoria. En su recorrido por las calles Clemente Ballén, Pedro Moncayo, 10 de Agosto y avenida Quito, si no ‘levanta’ un cliente, al menos vende un dulce...

Así, al parecer, ‘camufla’ los servicios que ofrece una de las tantas trabajadoras sexuales en el centro de Guayaquil.

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Son alrededor de una docena de mujeres las que se han adueñado de esta zona. Algunas aseguran que ante la falta de clientes les ha tocado diversificar la oferta y dedicarse también al comercio informal.

Lo descuidado del sector favorece esta actividad, pues al interior del parque no hay guardias de seguridad, mucho menos policías. Al menos durante la mañana y tarde que un equipo de EXTRA recorrió el lugar.

Por eso, las sexoservidoras se sienten con la libertad de pasear dentro y fuera del parque, el cual, curiosamente, queda frente a la iglesia Nuestra Señora del Carmen, uno de los templos católicos más antiguos y emblemáticas de la ciudad.

La administración de la iglesia confirmó a EXTRA que la delincuencia, la prostitución y los consumidores de droga se han multiplicado en el sector.

En horas que el tránsito vehicular se torna pesado, los pillos se aprovechan de los carros que van con los vidrios abajo para, en un descuido, arranchar celulares, carteras o algún objeto de valor.

En torno al parque también laboran vendedores de agua, cigarrillos, accesorios para celulares y lustradores de zapatos. El último contó que las sexoservidoras en la zona “son bien mal encaradas” y no dejan que ninguna otra llegue a hacerles competencia.

“Todas son bien señoras, están en sus cuarenta y hasta bien entradas en sus cincuenta años y como no les abundan clientes cuidan su zona a capa y espada. Hay peleas seguidas”, detalló el betunero.

Esto último se repite, como lo expuso EXTRA hace dos semanas, a lo largo de seis cuadras de la calle Víctor Manuel Rendón, en plena zona bancaria, debido a la presencia de un grupo de trabajadoras sexuales que se ha establecido en los bajos de los edificios.

Los residentes y algunos propietarios de negocios del centro han solicitado mayor patrullaje y control ante la expansión de las trabajadoras sexuales en todo el casco comercial (zona regenerada), pero los operativos no han dado resultado.

El pasado 25 de octubre, EXTRA solicitó al Municipio de Guayaquil información de los controles a la actividad de las sexoservidoras en el parque Victoria, pero hasta el cierre de esta edición no hubo respuesta.

Este pedido se suma a los hechos el 12, 17 y 18 de octubre, también sobre la misma problemática, pero en la Víctor Manuel Rendón, pero, asimismo, la petición ha sido desoída.

Tal es el abandono del parque Victoria que la intersección de las calles 10 de Agosto y Pedro Moncayo se ha convertido en un meadero al aire libre.

Basta detenerse a observar para darse cuenta del vaivén de hombres, quienes, con descaro, se detienen a orinar en la vía pública, dejando al paso un riachuelo de fluido que se acumula en la vereda y de donde emana un olor nauseabundo.

Y por las noches, la actividad en este ‘urinario’ se vuelve unisex, pues también las mujeres lo usan. Los más avezados incluso defecan en el lugar.

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