Con las jardineras convertidas en baños públicos, las bancas en fumaderos de estupefacientes y los pisos en camas, los drogadictos y borrachos han convertido la Plaza Centenario en un sitio de perdición por el que ningún ciudadano se atreve a transitar, especialmente de noche, cuando empiezan a reunirse los ‘dañados’.

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“Tengo que pasar todos los días por aquí para llevar a mi hija a la escuela. No puedo atravesar el parque, sino darle la vuelta a toda la cuadra porque el lugar apesta a ‘caca’ y orine. La fetidez es insoportable. Cuando hemos estado apurados y nos ha tocado pasar por ahí, mi hija se tiene que tapar la nariz porque el olor no se aguanta”, contó Carlos Solórzano, residente de la zona.

Mientras que sobre la Plaza 15 de Noviembre, el lugareño asegura que no pasó ni un mes desde que se inauguró esta área verde y ya se había convertido en un sitio de “malvivientes” y ladrones que no solo hacen ‘mala zona’, sino que también son irrespetuosos con los ciudadanos que se arriesgan a pasar por el lugar.

“A las mujeres les dicen de todo, hasta que las van a llevar a ‘lo oscuro’ para violarlas.No se atreven a agredir a nadie porque al pie también se estacionan los taxis de una cooperativa y eso como que los aguanta. Si no, hace rato habría pasado una desgracia aquí”, expresó.

Esta área queda frente a la iglesia San Agustín y una escuela con el mismo nombre, por lo que en sus alrededores suele haber niños y madres que salen de estudiar y se encuentran con la horrorosa escena: ‘drogos’ en cuclillas con cucharas y jeringas en mano, preparando sus dosis de ‘H’; borrachos mostrando el miembro, orinando en las jardineras o vomitando sobre ellas.

¿A qué hora se llena de borrachos y drogadictos la Plaza 15 de Noviembre?

Durante un recorrido de EXTRA por el sector, se pudo corroborar que si bien en el parque hay recicladores, alcohólicos y drogadictos durante todo el día, es durante la noche que empiezan a agruparse en gran número, agudizando el problema.

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Además, varios reflectores están dañados y los que aún encienden no abastecen para iluminar el espacio, lo que aumenta el peligro para los peatones, que no saben si se encontrarán con alguien orinando o defecando en el portal de algún edificio; a la vez que ofrece un ambiente cómodo para los ‘dañados’, que se ocultan en la penumbra para consumir o dormir sin ser molestados.

El equipo de este Diario visitó el sitio cuatro veces durante una semana, por lapsos de más de veinte minutos, y en ninguna ocasión observó la presencia de agentes policiales, ya sea resguardando o desalojando a los sintecho.

Los administradores de los locales comerciales de la zona también se quejan de la presencia de los viciosos, pues dan mal aspecto y molestan a los potenciales clientes.

“¿Usted cree que alguien se va a acercar a comprar aquí, teniendo al frente otra tienda libre de esta gente”, reclamó indignada la encargada de una tienda, quien aseguró que “todas las mañanas debo baldear porque el orine se chorrea hasta acá y queda todo apestoso”.

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