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Pablo Mosquera solo requiere de dos sillas para tratar a sus pacientes.Alex Lima / EXTRA

Guayaquil: Pablo, el sobador que recorre el sur aliviando dolores con sus "manos milagrosas"

Lleva más de 30 años ‘curando’ golpes y torceduras; su especialidad son dolencias en la columna. Tiene un tónico secreto que alivia cualquier dolor

Con sus manos y un pequeño frasco de aceite para bebé como sus herramientas de trabajo, Pablo Jaime Mosquera recorre varios barrios del sur guayaquileño ofreciendo alivio a las dolencias de sus conocidos clientes habituales.

Mosquera, un ‘sobador’ de 56 años, nació en Esmeraldas, pero se crio en Guayaquil desde los 5; así, de esmeraldeño solo conserva la ascendencia, porque en su forma de andar, hablar y comportarse es un ‘guayaco’ más.

Él asegura que, si bien puede aliviar varias partes del cuerpo, su especialidad son los problemas de espalda. “Incluso vienen desde Charapotó (una pequeña parroquia rural del cantón Sucre, en la provincia de Manabí), que es como la capital ecuatoriana de los sobadores, a consultarme y aprender de mí”, afirmó mientras masajeaba la mano de una residente de la Isla Trinitaria.

La mujer, quien prefirió mantenerse en el anonimato, lo había llamado para que le ayudara con un dolor cervical y tenía todo preparado para la sesión: dos sillas y una mesa era todo lo necesario.

Don entregado por Dios

Sus pacientes dan fe de la habilidad de Pablo Mosquera para, con un buen masaje, aliviar dolores y torceduras.Alex Lima / EXTRA

Mientras tomaba el brazo izquierdo de la señora y con la punta de sus pulgares lo recorría, desde el codo hasta la punta del dedo medio, haciendo presión en distintos puntos, Pablo recordaba que descubrió su “don entregado por Dios” desde niño, aunque no podía recordar la edad exacta. Sin embargo, fue durante el servicio militar obligatorio que desarrolló y perfeccionó sus habilidades.

“Hice la conscripción en el Batallón de Infantería N.° 20 Capitán Díaz, en Cariamanga (provincia de Loja), y fue allí donde, al masajear a mis compañeros lesionados, me di cuenta de que tenía un don. Incluso los oficiales me buscaban para que los atendiera. También curo derrames; con una sola sesión de masaje ya se sienten mejor”, aseguró mientras aplicaba presión en el brazo de la señora, quien soportaba el dolor con el fin de que Pablo pudiera “ajustarlo todo”.

“Tenía un estrés fatal, él (Pablo) me sobó y al día siguiente ya desperté ‘papelito‘”.Carlos Rendón, paciente

Cuando un vecino de la zona notó al equipo de EXTRA entrevistando al sobador, salió rápidamente de su vivienda para compartir su testimonio sobre las “manos milagrosas”.

Se puso una camiseta, se identificó como Carlos Rendón y narró que “tenía un estrés terrible, me sentía pesado, desganado, con los músculos tensos, y él (Pablo) me dio un masaje en todo el cuerpo; esa noche me dolía todo, pero al día siguiente me sentí como nuevo”.

Mosquera garantiza su trabajo y afirmó con confianza que, incluso para los casos más extremos, tiene su ‘arma secreta’: una loción preparada con alacranes fermentados en aguardiente y plantas medicinales. Además, no tiene una tarifa fija, sino que acepta “la voluntad del paciente para que pueda dormir tranquilo con su conciencia”, dijo al concluir su tratamiento; mientras tanto, la paciente se mostraba feliz y satisfecha por el alivio de su dolencia.

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