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Guayaquil: Molestias por 'hotel' la calle, en el Barrio Garay
Personas sin hogar se toman los portales del barrio guayaquileño. Protagonizan peleas fuera de las viviendas, ocasionando malestar a los residentes
Antes de salir de casa, Mercy abre un poco la cortina de su ventana para ver hacia la acera. Esto se ha convertido en una costumbre. Lo hace para asegurarse de que no haya algún dormilón en su portal.
Ella habita en Pedro Pablo Gómez, entre Guerrero Martínez y Leonidas Plaza, suroeste de Guayaquil, y en ciertas horas del día la zona parece un hotel al aire libre. De ocho a doce personas en situación de calle llegan equipadas con cobijas, colchones y cartones pestilentes.
Esta escena ocurre, principalmente, de 18:00 a 06:00. “Se pelean con cuchillos, hacen sus necesidades aquí mismo y hasta se masturban”, describe Mercy.
Le ha tocado botar a escobazos a unos cuantos porque los ha encontrado acurrucados entre tarrinas, restos de comida y cigarros. Pero teme que alguna vez le salga un ‘respondón’ queriéndola agredir.
Indica que, si bien el problema se originó de cuatro a cinco años antes de la pandemia de la COVID-19, a partir de la emergencia sanitaria la situación empeoró.
“Ellos traen a más gente, vienen otras personas que uno ni conoce. Se vive en sobresalto porque se pelean y están armados con algún objeto”, relata.
Las cosas no cambian en el sector, lamenta la señora. Hay días en que la Policía llega y los desaloja, pero vuelven en unas horas. No hay una solución definitiva.
Esta realidad se repite en intersecciones cercanas. Hay carpas improvisadas en los portales, hechas de madera, plástico, sábanas viejas, o lo que sirva para que la luz y el clima no interrumpan la siesta callejera.
Por ejemplo, en las calles Pedro Pablo Gómez y la Décima, María Elisa está harta de tener que recoger la basura que le dejan los ‘inquilinos’. Ellos buscan entre los desperdicios algún objeto que puedan vender en recicladoras, pero lo que no les sirve queda ahí, tirado.
“Nadie se quiere hacer cargo de estas personas, las autoridades deben buscar alguna forma de intervenir”, comenta.
El ‘desfile’ de personas en situación de calle, entre las que se mezclan los que tienen problemas de salud mental, consumidores de drogas, indigentes, entre otros, se extiende a lo largo de calles como Alcedo, Colón, Sucre y 10 de Agosto. Su estancia en los portales no solo deja una estela de problemas para los moradores, también de suciedad en los portales.
En respuesta a un cuestionario enviado por EXTRA sobre este tema, la Alcaldía de Guayaquil respondió que, a través de la Empresa Pública Desarrollo Acción Social y Educación (EP DASE), trabaja en la asistencia integral de personas en situación de abandono.
Señalan que en diciembre de 2020 se inauguró un albergue municipal para atender anualmente a 240 personas en situación de calle. Les otorgan atención médica, psicológica y capacitaciones.
Además, con instituciones públicas y privadas rescatan a personas bajo esta problemática y les ofrecen el albergue.
El Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) también trabaja con este tipo de población. Al igual que al Municipio, este Diario les consultó sobre sus iniciativas al respecto, pero hasta el cierre de este reportaje no hubo una respuesta.
DIFICULTADES Y POCA EMPATÍA
El Refugio Espíritu Santo (RESA) es una oenegé que colabora con el Cabildo y el MIES en este ámbito. Erick Indacochea, subcoordinador de RESA en la agencia centro, detalla que, mediante una encuesta que realizaron en 2020, contabilizaron a 362 personas viviendo en las calles. Sin embargo, no abarcaron toda la ciudad por los costos y la logística que implica. Por tanto, el número real es mayor.
Indacochea explica que no todos los ciudadanos sin hogar quieren colaborar en este tipo de estudios y que pocos aceptan ir a albergues donde deben acatar reglas. RESA logró recibir a unos cuantos durante la emergencia sanitaria.
Una medida para disminuir la permanencia de personas en las calles es que sean censadas para que tengan beneficios como atención en salud y bonos humanitarios, sugiere. Plantea que quienes estén en albergues y fundaciones se los categorice como ciudadanos con hogares temporales, al igual que los están a la intemperie, pero en un mismo sitio por un largo tiempo.
“Es vital que los vecinos avisen de la presencia de personas en un sector. Y si es posible, que les pregunten qué necesitan para tener datos previos. Es decir, que a más de la queja haya la acción”, recalca.
SACARLOS NO ES LA SOLUCIÓN
Billy Navarrete, secretario ejecutivo del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos, refiere que la desigualdad en Guayaquil influye en que exista la problemática. Es decir, por un lado, personas con muchos recursos, y otras con carencias. Quienes no tienen el ‘privilegio’ de contar con casa sufren abandono y exclusión, dice.
Menciona que la crisis dejada por la COVID-19 hizo que más gente pernocte en las calles y que los pocos esfuerzos por acogerlos no alcancen. “No existe comunicación entre el Gobierno nacional y los municipios para actuar. A eso se suma el poco presupuesto para este ámbito (...). Se invierte poco y ese dinero es disperso”, opina.
Advierte que, de no atender este fenómeno social en la urbe, la población en calle aumentará y no habrá cómo darles asistencia. Esto podría ocasionar que el resto de la sociedad los vea como ‘descartables’ e ‘inservibles’, provocando más desatención.
Finalmente reflexiona que el hacer operativos para desalojarlos de ciertas zonas no soluciona nada. Simplemente hace que busquen otros sitios para instalarse.