Sorprendida, pero con una sensación de alivio por haber resultado ilesa. Así describió Mayi Santana lo que vivió la tarde de este martes 18 de octubre, cuando una avioneta de uso comercial se estrelló cerca de un parque entre la cuarta etapa de la ciudadela Alborada y Sauces 1, al norte de Guayaquil.

La tragedia ocurrió a las 15:34. Instantes antes del accidente, Mayi había salido de su domicilio a comprar una medicina en una farmacia aledaña. Sin embargo, a medio camino se arrepintió y poco después de abrir la puerta de su vivienda escuchó un estruendo.

“Le doy gracias a Dios por estar viva, porque esa avioneta me pudo haber caído a mí. Pero creo que el piloto pensó bien, pues no cayó en una casa sino en una vereda por el parque. Pero explotó como si fuera un cilindro de gas”, comentó.

La aeronave quedó junto al parque, al ingreso de un callejón peatonal. La tripulación estaba conformada por tres personas, de las cuales dos murieron, los capitanes Édgar Rosero y Juan Guzmán. El piloto, el capitán Cristian Armendáriz, sobrevivió a la tragedia y fue trasladado a una casa de salud.

Aproximadamente una hora después del incidente, a la zona llegaron familiares de los tripulantes, quienes fueron contenidos emocionalmente por bomberos, quienes acudieron al lugar para atender la emergencia.

Agentes policiales arribaron al sector para recoger los cadáveres y acordonar el sector, alrededor de 50 metros a la redonda.

En un comunicado, la Dirección General de Aviación Civil indicó que se trató de una aeronave privada tipo Cessna C206.

“Según el plan de vuelo, la aeronave cubría la ruta Manta-Guayaquil, con tres tripulantes”, detalló la entidad. Posteriormente se coordinó con la Junta Investigadora de Accidentes para establecer las causas de lo ocurrido.

Martín Cucalón, jefe del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, indicó que la avioneta “aparentemente tuvo un desperfecto” y el piloto buscó un parque para causar el menor daño posible. La aeronave se incendió ya sobre la calzada, pero el fuego fue controlado de inmediato.

Ronald Aguilar, residente de la zona, intentó acercarse al aparato para ver si podía ayudar a los ocupantes, pero por la intensidad de las llamas finalmente no pudo hacerlo.

En el momento del incidente, él y su esposa caminaban por el sitio y, al igual que Mayi, escuchó un estallido. Por fortuna, el sitio donde cayó la aeronave estaba a varios metros de donde ellos transitaban. “Menos mal en ese rato no había personas en el parque ni en los alrededores, porque habría sido una tragedia peor”, agregó.

A las 17:15, la unidad móvil de Medicina Legal llegó para retirar los cuerpos, tarea que culminó unos 50 minutos después. Mientras que previamente personal técnico de la Corporación Nacional de Electricidad evaluaba los daños ocasionados en cables de energía, que quedaron tirados sobre la calle.

Pasadas las 18:00, el lugar permanecía acordonado y el fluido eléctrico aún no se restablecía. Ya en aparente calma, los habitantes continuaban comentando lo sucedido y sintiéndose bendecidos, porque las casas no quedaron destruidas y ellos siguen con vida, aunque lamentando las muertes de Rosero y Guzmán.