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Drama

Sobre un colchón viejo, con resortes salidos, descansa don Hugo.Romina Almeida / EXTRA

Guayaquil: A Hugo le sobran las calamidades y  pide una mano amiga

Hugo Calderón no tiene quien lo cuide en sus padecimientos por la próstata, hipertensión y diabetes. El poco dinero que ahorró como vendedor informal se acabó, no tiene ni para comer. Para ayudarlo, comunícate al 0991283826.

Nunca se casó ni tuvo descendencia. En su juventud eso parecía no le importarle a Hugo Fernando Calderón, pero ahora, con 70 años y varios problemas de salud, se arrepiente de no haber formado su propia familia.

Sin embargo, el hombre, de metro y medio y varias canas cubiertas por una gorra, no reniega ni se amarga, aunque reconoce que todo es mucho más complicado cuando se está solo. Y encima no tuvo hermanos, es hijo único.

Desde el año pasado Hugo sufre de la próstata, lo que le ha impedido seguir ‘camellando’ como vendedor informal, oficio que ha desempeñado por más de cuatro décadas y es su única fuente de ingresos.

En todo este tiempo ha sobrevivido con los pocos dólares que ahorró de sus ventas; pero su ‘colchonbank’ se acabó, ya no tiene para la sonda, los alimentos, ni los medicamentos.

“Me cuesta orinar, por eso trato de no tomar mucha agua, pues me vienen dolores que no me dejan dormir”, confiesa.

Una vecina es quien lo acompaña a los chequeos del hospital. Y su primo, cuando puede, le ayuda con ‘jama’. Él se dedica a la venta de diarios.

Hugo indica que por la pandemia, en los hospitales públicos no le ‘paraban bola’. Es más, para combatir una infección que tuvo llegó a automedicarse, pues no soportaba el malestar.

Prácticamente en un muladar vive el vendedor informal.Romina Almeida / EXTRA

Monto inalcanzable

De igual manera, Hugo señala que para salir de dudas, consultó a un médico particular por su problema en la próstata, y el galeno le indicó que lo podía operar si se ‘caía’ con 1.500 dólares, mínimo.

“Ni para comer tengo, cómo cree que voy a pagar esa plata. Ni haciendo bingos reúno ese dinero”, expresa con tristeza.

Sorpresas en su salud

Recientemente, el septuagenario fue atendido en una casa de salud pública y lo iban a operar, pero en los exámenes que le realizaron le descubrieron que padecía de hipertensión y diabetes.

Es más, se percataron de que sufrió un infarto y ni cuenta se había dado, manifiesta una vecina.

“Estas enfermedades quizás aparecieron por mi mala alimentación, a lo mejor por eso se me subió el azúcar y la presión, ¿pero qué hago? No tengo dinero para nutrirme bien, a veces solo como pan y agua”, relata resignado.

Y eso no es todo, actualmente Hugo vive en la casa de sus abuelos, en la 35 y Augusto González (suburbio de Guayaquil), junto con una tía de más de 80 años, también enferma.

Pero con todo y necesidad, uno ‘alimenta’ al otro... por lo menos de esperanzas de que alguien les dará una mano.