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Violencia, desalojos y abandono: La cruenta realidad de los vecinos en Fincas Delia
No tienen electricidad, agua, alcantarillado ni vías asfaltadas. Además, grupos criminales les exigen hasta $ 8.000 para no desalojarlos de sus casas.
Militares y policías armados ‘hasta los dientes’ ingresan a las casas; criminales que utilizan el sector como guarida y zona de descanso; y constantes desalojos por parte de la Secretaría Técnica de Asentamientos Irregulares. Así resumen sus habitantes la situación en el sector Fincas Delia, en el cantón Durán, donde ocurre de todo... menos obras.
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En este conflictivo territorio, ubicado en el kilómetro 6 de la vía Durán-Tambo, cientos de familias no solo sufren los altísimos índices de violencia, sino que también deben sobrellevar el abandono de las autoridades locales y nacionales.
Franklin Paguay, residente y comerciante, detalló que en Fincas Delia no cuentan con agua potable, alcantarillado, ni alumbrado eléctrico, y menos aún con calles pavimentadas.
“En esta época que llueve, así queda la Delia, llena de huecos y lodo, con los mosquitos que no se aguantan. Sin toldo, es imposible pasar la noche sin terminar picado de pies a cabeza”, expresó el morador.

Otros ciudadanos amplían la lista de quejas: “Los mosquitos traen enfermedades y ni un centro de salud tenemos”, “A veces no se puede mandar a los niños a la escuela porque la calle está impasable por el agua y el lodo”, “Los buses dejaron de pasar hace meses por los huecos y baches llenos de agua. Hay que caminar todo esto (alrededor de un kilómetro) para coger carro”. Estas son las denuncias más recurrentes en esta lotización en la que habitan unas mil personas.
Durante un recorrido de EXTRA por este sector, se corroboró que tanto las vías de acceso como las secundarias están completamente inundadas de lodo. Los habitantes deben hacer malabares y usar botas de caucho para salir sin ensuciarse.
Además, se pueden ver montículos de cascajo por todas partes, comprados por los mismos residentes, que, con la ayuda de un vecino que tiene un tractor, intentan tapar los enormes cráteres de las calles.
“Los huecos los agrandan las tanquetas de los militares. Lo que con esfuerzo nos cuesta reparar, ellos lo destruyen, lo dejan peor que antes, en cuestión de segundos”, reclamó otro morador, que prefirió no identificarse para evitar posibles represalias, no de grupos criminales que dominan el sector, sino de las autoridades del cantón.
Militarizados desde julio de 2024, pero con pocos resultados

El Bloque de Seguridad comenzó su intervención en Fincas Delia el 16 de julio de 2024. Informes de inteligencia determinaron que la zona estaba controlada por el grupo terrorista Chone Killers, que extorsionaba a los residentes para no desalojarlos de sus casas.
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Con el dinero obtenido (a algunas familias les exigían hasta 8 mil dólares), financiaban otras actividades criminales, adquirían armamento y costeaban la guerra contra los Latin King, otro grupo delincuencial que disputa el control del cantón.
Actualmente, a 259 días de la intervención, la situación poco ha cambiado. El jefe militar del Grupo de Operaciones Militares de Ámbito Interno (Gomai) en Durán explicó que Fincas Delia es considerado por los criminales como un lugar de descanso y resguardo, que también utilizan para mantener escondidas a personas secuestradas.
En un operativo realizado en diciembre pasado, un fuerte contingente militar y policial ingresó hasta las áreas más apartadas del recinto, donde derrumbaron nueve covachas que servían para estos propósitos.
Estas caletas aún contenían vestigios del cautiverio sufrido por ciudadanos: cuerdas, cadenas, candados, prendas de vestir ensangrentadas y restos de cuero cabelludo humano fueron hallados durante la destrucción de las desvencijadas estructuras.
En este operativo también participaron funcionarios de la Secretaría Técnica de Prevención de Asentamientos Humanos Irregulares. El 27 de marzo, este Diario hizo una solicitud formal de información a esta secretaría sobre la situación legal del sector y el número de lotes regularizados y desalojos realizados, pero hasta el cierre de esta edición no se había recibido respuesta.
Sin embargo, en el operativo mencionado estuvo Evelyn Montalván, quien preside esta institución. La funcionaria manifestó: “Hemos derribado estructuras que no tenían el propósito de ser viviendas, sino que eran utilizadas por grupos delictivos para actividades criminales. Tampoco tenían ningún título (de propiedad), son terrenos invadidos, por lo que estamos destruyendo estas viviendas ilegales”.
“Nos quieren dejar en la calle”: Vecinos viven en zozobra por los desalojos

Según los vecinos, los desalojos no se limitan a caletas o covachas deshabitadas, sino también a viviendas donde residen niños y adultos mayores. Por eso, en la zona se pueden observar decenas de casas con mensajes pintados en sus fachadas, protestando contra los desalojos.
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Este es uno de los mayores temores de los habitantes de Fincas Delia: que un día, en el momento menos esperado, llegue la maquinaria pesada para derrumbar sus viviendas.
“En esa casa vivían dos ‘paisanitos’ que salían todos los días a trabajar en su carro. No eran ladrones ni asesinos, sino gente trabajadora, pero igual les tumbaron la casa. Eso es actuar por pura maldad”, expresó un vecino, quien prefirió no identificarse, señalando un lote con escombros.
“Sino son los militares... A mí me pasó. Un día me quedé a dormir en casa de mi hijo, y a media noche me llamaron para decirme que los militares habían llegado. Como no vieron a nadie, tumbaron la puerta, revolvieron todo y se fueron; no encontraron nada, pero a ellos no les importa el daño que hacen. Tuve que salir corriendo para volver y defender mi casa, que estaba con la puerta destruida”, narró otra vecina.
¿Por qué Fincas Delia es una zona valiosa para las bandas criminales?

El teniente coronel Juan Carlos Barrionuevo, subjefe policial del distrito Durán, explicó que esto se debe a la posición geográfica y el difícil acceso de la zona.
Esta invasión tiene su ingreso al sureste del cantón, limita al este con la carretera Durán-Yaguachi y al oeste con el río Guayas. Tanto la ruta terrestre como fluvial les sirven para el contrabando de grandes cantidades de droga, su negocio más rentable.
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