Exclusivo
Actualidad

Tras la pandemia el parque no ha recibido mantenimiento.HENRY LAPO

La Factory, dolor que no sana

El uso del espacio del memorial a las víctimas del incendio no se define. Hay pugnas por su administración.

El día en que se presentó por primera vez en el escenario del Parque de las Diversidades, en 2016, Gandhy García sentía un temblor en la garganta. No era una reacción por enfrentarse al público con su banda. Eran los recuerdos.

Ahora la hierba está crecida y hay grafitis en este espacio donde funcionaba la discoteca Factory, quemada hace ocho años. La tragedia dejó 19 muertos.

“Es el lugar donde murieron tus panas, donde viste morir a tu gente”, dice el músico carchense, de 37 años. Fue el último de los sobrevivientes en salir de la Unidad de Quemados del Hospital Eugenio Espejo.

Reaprendió a caminar por las quemaduras que sufrió. Le costó recuperar el habla.

Proceso judicial

García acepta que se alejó por evitar el pasado y por la represión policial a la que el público rockero y metalero era sometida en los conciertos tributo.

La falta de avances en el proceso judicial también se convirtió en un problema, pues tras 13 años de litigio aún no se señala a los culpables de permitir el recital en un espacio inadecuado y que, sin embargo, contaba con los permisos municipales y del Cuerpo de Bomberos.

“Luego de la tragedia en Factory no se trataba de cuidar a cada uno como asistente a un concierto, sino de que haya lugares en donde se pueda hacer música libremente y que fuera seguro. Pero lo que hubo fue más represión”, reflexiona.

Añade que hubo un tiempo de apertura para las bandas de estos géneros, pero duró poco. Los conciertos en sitios inadecuados regresaron frente a los altos costos de alquiler de teatros y salas de concierto.

El lugar era escenario de conciertos tributo a víctimas del incendio.Cortesía

Pugna por el parque

La pandemia trajo el cierre del memorial, abandonado por falta de cuidados durante 2020, y una pugna sobre qué se haría ahí y quién estará a cargo, pese a que actualmente es administrado por la Empresa de Movilidad y Obras Públicas (Epmmop).

Por un lado está la fundación Factory Nunca Más, liderada por Pedro Subía, padre de una de las víctimas, que piden la administración del lugar.

Señala que, una vez que se posesione la nueva ministra de Cultura y Patrimonio, la entidad hará las gestiones para que se concrete la instalación de una sala de ensayos, el estudio de una radio online y una biblioteca comunitaria. “Si nos entregan los camerinos empezaríamos a hacer autogestión”, insiste.

Al otro extremo está la agrupación Femrock, que empezó a desarrollar actividades en el lugar con el programa “Tu espacio es Quito”, de la Epmmop.

“El parque no les pertenece a los rockeros. Es de la comunidad y por eso es parte de un proceso de política pública”, dice Paulina Izurieta, que ha trabajado con músicos hip hop, blues, punk y vecinos de barrios como Clemente Ballén y San Bartolo.

La pugna, explica, irá en junio ante la Asamblea de Quito, herramienta de Participación Ciudadana en la que intervienen todos los dirigentes barriales de la ciudad.