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Exhumaciones en Ambato: Un paso más en la búsqueda de Geovanna Pérez
La diligencia se cumplió en el marco de la investigación de la desaparición de Geovanna Pérez Constante, cuyo rastro se perdió en 2010
La lucha incansable de una familia ambateña por encontrar a Geovanna Pérez Constante, quien desapareció el 4 de diciembre de 2010, ha sido una travesía desgastante.
A sus 19 años, la joven estudiante de Administración de Empresas salió de su hogar prometiendo que volvería tras una invitación al cine.
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Sin embargo, lo que parecía un simple encuentro se tornó en un profundo abismo de incertidumbre del que todavía no han salido.
Ese diciembre, el ambiente festivo en Ambato contrastaba con la desesperación de Yanera y Mauro, sus padres. “Geovanna salió con su prima y amiga. Conoció a Andrés L., el principal sospechoso (de la desaparición)”, recuerda su progenitor con una mezcla de tristeza y furia. La última conversación con su hija fue breve: “Me preguntó si podía ir al cine. Dije que sí. Desde entonces, su rastro se perdió”.
¿Cómo han presionado a las autoridades?
A lo largo de 14 años, sus padres han clamado por justicia. Han denunciado la “indolencia y falta de empatía” del Estado y la falta de avances en la investigación. En septiembre de 2022, su denuncia fue admitida por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), pero la búsqueda sigue siendo una herida abierta.
Han pasado al menos 10 fiscales investigando el caso de Geovanna. El actual es Carlos Noboa, quien ha sido clave para el proceso de exhumación, aseguró la progenitora.
El lunes 23 de septiembre, la tan anhelada exhumación en el Cementerio Municipal San Vicente se llevó a cabo, pero hubo contratiempos. Yanera denunció que las autoridades municipales intentaron mantener a la familia alejada del proceso.
“Es increíble que, tras años de lucha, no podamos ser parte de esto. Las autoridades debieron gestionar mejor”, expresó con indignación.
Mientras los cadáveres que no han sido identificados eran exhumados, la angustia de la familia aumentaba. Cada una de las osamentas representaba una historia trágica, un ser querido perdido de alguna familia.
“Detrás de cada número hay una vida, un sueño truncado”, reflexionó Mauro, el padre de Geovanna. La identificación no solo es un acto legal, es un acto de memoria y dignidad para aquellos que sufren por sus parientes desaparecidos.
Los recuerdos de Geovanna siguen vivos en el corazón de sus familiares y amigos. “Era una chica llena de sueños, con un futuro brillante por delante. No puedo dejar que su memoria se diluya en el olvido”, afirmó Yanera, con la determinación reflejada en sus ojos.
A medida que avanzan las exhumaciones, la esperanza de encontrar respuestas se mezcla con el temor de enfrentar una realidad dolorosa. “Quiero volver a ver a mi hija, pero no en esas condiciones, en huesitos”, dijo Yanera.
Una cifra alarmante
Representantes de la Asociación de Familiares y Amigos de Personas Desaparecidas en Ecuador (Asfadec) los acompañaron con carteles e hicieron un plantón afuera del cementerio. “Hasta encontrarlos”, es el lema que resonaba en cada encuentro.
Juntos, reclaman justicia y un compromiso real por parte del Estado para enfrentar la problemática de las desapariciones, comentó Lidia Rueda, presidenta de la asociación.
“En Tungurahua hay muchos casos de desaparecidos y en el país suman más de cinco mil. Con estas exhumaciones se puede dar un poco de tranquilidad a familiares no solo en Tungurahua, sino del país, y quizá hasta extranjeros que están buscando a sus seres queridos por más de una década”, recalcó la presidenta.
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