La imagen de una joven regresando de los brazos de la muerte quedó grabada en la mente de Luis, un agente que perteneció al desaparecido departamento de Homicidios de la Policía Judicial de Quito. No se trataba de un simple caso de inconsciencia, sino de un deceso prácticamente comprobado.

Todo empezó con una llamada del 911, en la que les informaron sobre la presencia de un cadáver en la vía pública, en la antigua vía a Conocoto, en el sur de la capital. Junto con un compañero, Luis formó parte del equipo de investigación criminal que se dirigió al lugar.

Al llegar, realizaron el procedimiento habitual: cercar la escena para evitar que los curiosos se agolparan para mirar el cuerpo. Se colocaron sus trajes blancos y revisaron a la joven que yacía boca arriba.

“La revisamos, no tenía pulso y constatamos que no había huellas de violencia, por lo que se descartó un crimen”, comentó Luis. Observó los alrededores en busca de señales de un posible accidente de tránsito, pero no encontró nada. La gente empezó a dispersarse hasta que el lugar quedó vacío.

La joven, de 26 años, no estaba identificada y se esperaba la llegada de la ambulancia de Medicina Legal. Sin embargo, algo no convencía a Luis: el cadáver de la chica no estaba perdiendo temperatura.

“Se suponía que ya debía mostrar características cadavéricas, pero no lo hacía”, explicó. A pesar de la llegada del vehículo para llevarla a la morgue, pidió que esperaran para confirmar su sospecha. Llamó nuevamente a los paramédicos para que revisaran a la joven.

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Cuando una paramédico le tomó el brazo izquierdo para verificar el pulso, la joven se abalanzó sobre ella como un vampiro. La enfermera gritó, similar a una escena de una película de zombis, y se apartó aterrorizada.

A su lado, un agente del servicio policial urbano salió corriendo, y su gorra quedó flotando en el aire. Luis, el único inmóvil, logró tranquilizar a la joven, quien había despertado de un estado de catalepsia.

“Sí me asusté porque fue algo que nunca habíamos visto. La chica no sabía lo que había pasado; solo nos contó que era universitaria y vivía en Cumbayá (oriente de Quito). La paramédico, más calmada, la revisó y la joven se fue por sus propios medios”.

Franklin Tinajero, psicólogo forense, explica que la catalepsia es un trastorno del sistema nervioso central y la persona pierde momentáneamente la movilidad. “Hay rigidez muscular y la intensidad de la respiración disminuye hasta no percibirla”.

Esto no está asociado a problemas psiquiátricos, pero si una persona es consciente de este problema, tiene que acudir a un médico, explica.

“Hay ocasiones en que se podría tratarse de inconvenientes en el sistema nervioso, por lo que la medicación sería lo ideal”.

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