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Los moradores están satisfechos con la representatividad del sector.Jaime Marín.

El Vecino, un barrio de artesanos con potencial turístico

Estudiantes de la Universidad de Cuenca pintaron 18 murales en la zona.

Con arte urbano, una comunidad cuencana inmortaliza a sus habitantes. El barrio El Vecino, uno de más antiguos de la ciudad, se promueve turísticamente y busca afianzar la buena fraternidad y vida comunitaria como lo fue hace unos 50 años.

¿Cuál es la idea? 18 murales pintados por estudiantes de la facultad de bellas artes de la Universidad de Cuenca, que han plasmado a través de figuras las tradiciones de moradores del barrio.

“El sector fue territorio de artesanos en joyería, tejido de paja toquilla, hojalatería, incluso cuna de la poetisa, periodista y educadora Zoila Esperanza Palacio”, asegura Jorge Herrera, presidente de Comité Barrial.

Este proyecto nació de la comunidad para “eliminar los grafitis con los que fueron manchadas las viviendas y de paso, como una forma de impulsar la buena vecindad que con el tiempo se ha ido perdiendo”, sostuvo el joven dirigente del barrio.

“El barrio El Vecino, hoy también tiene sus problemas de seguridad, como muchos en Cuenca, pero esos problemas se los puede enfrentan con una mayor unidad barrial”, opinó Jorge Herrera.

La arquitectura en este lugar es también tradicional. Hay casas con paredes de barro, balcones de madera y hierro arregladas por lo general con centenares de flores coloridas.

Entre los murales producidos por los estudiantes, se memoriza la artesanía originada en los fundadores del barrio y que han dejado, algunos de ellos, el legado a sus descendientes.

La hojalatería es uno de los oficios que aún se aprecia en el sector. Ángel Quinde, de 78 años lo mantiene. Recuerda que a sus 12 años aprendió el oficio: “Se hacía comederos y bebederos para pollos; barriles, baldes, jarros, y cernidores para la ganadería”.

Sus tres hijos, José, Marco y Vinicio aspiran mantener el oficio en la familia.

Unos cincuenta metros hacia el costado derecho del taller de Ángel Quinde, está el de Carlos Medina. “No somos solo un barrio de artesanos, somos un barrio lleno de espiritualidad. Veneramos a San José, Cristo Pobre”, dijo el hombre de unos 58 años de edad.

Cuenta Carlos que, dentro del proyecto de recuperación de seguridad del barrio, “está la revaloración de eventos festivos comunitarios, como el de carnaval, algo que en mi niñez se vivía a plenitud.” añadió el artesano.