Los ecuatorianos vivieron una jornada religiosa y electoral. Por un lado, celebraron el Domingo de Ramos, fecha que marca el inicio de la Semana Santa; por otro, acudieron a las urnas para elegir a quien será el próximo presidente de la República.

En Quito, los feligreses de la parroquia Solanda, en el sur de la ciudad, acudieron en familia para escuchar la eucaristía que marca la celebración de los misterios, pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. El sacerdote no quiso politizar la ceremonia, pero aprovechó la coyuntura para hacer una analogía. “Así como Jesús murió por su pueblo, el nuevo gobernante deberá velar por los intereses de los más necesitados”.

Las peticiones de los ecuatorianos

Tres personas no videntes escuchaban con atención el evangelio que impartía el religioso. Xavier Caicedo expresó que el país vive una situación crítica y que la persona que ocupe la Presidencia, “más allá de tener buenas intenciones, debe estar lleno de una paz espiritual que le permita velar por los pobres y los grupos vulnerables”.

Su esposa, Eliza Castellano, añadió que el nuevo mandatario debe estar iluminado para actuar sin rencores ni resentimientos políticos.

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Cerca de ellos oraba Amada Calero, una adulta mayor oriunda de Sucumbíos que vive en la capital desde hace cinco años. Ella cruzaba las manos y rogaba por más seguridad, salud y empleo para el Ecuador. “Que Diosito nos libre del enemigo”, concluyó.

En la iglesia de la Merced, en el Centro Histórico de la ciudad, una familia destacaba entre todas, pues llevaban cuadros de Jesús del Gran Poder, la Virgen de El Quinche y otras representaciones religiosas.

Martha Carrillo oraba para que el nuevo gobierno otorgue más oportunidades de empleo y estudios porque, según ella, “la falta de trabajo está acabando con la juventud del país”.

En la plaza de San Francisco se desarrolló la misa campal de ramos en la que cientos de feligreses elevaron sus oraciones por un mejor futuro del país.

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