Esta elección para presidente de la República fue rápida, una sola papeleta hizo que la gente vaya temprano a sufragar o dejen a última hora (de 16:00 a 17:00) para hacerlo. Ayer fue un día diferente, la cerveza hasta las cinco de la tarde no se la vendió de frente y eso impidió que la “vacilada” no sea declarada.

Mientras que los candidatos y sus asesores se comían las uñas esperando el resultado, los votantes tuvieron otras formas de poder pasar el tiempo hasta que llegue la hora.

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Pero también fue el día para aprovechar y trabajar de manera informal, como Óscar Murillo, que le dio desde la siete de la mañana hasta las 15:00 cuidando carro, en el sector de La Chala, mientras la gente votaba, él les cuidaba los carros, no puso precio, lo dejó a la voluntad de los clientes.

“La mejor manera de poder pasar el tiempo es trabajando, los políticos hacen cuentas, la gente votaba y yo me ganaba mi dinero”, expresó Murillo con un tono muy guayaco de ver las cosas. Él trabajó en el suburbio, pero a las 15:00 se fue hasta el barrio Centenario, le tocaba votar en el colegio Salesiano.

Mientras que Édgar Mendoza se lamentaba que no podía irse a jugar indor fútbol porque después le daba sed y no podía pegarse unas bielas.

A COMER

Una de las tradiciones en día de elecciones es reunirse entre panas y después de votar irse a comer. Eso pasó con Wellington de la A, Daniel Cartagena, Álex Bohórquez, Juan Bedoya, Jonathan López y Byron de la A, quienes luego de votar en varias partes se reunieron en las calles Bolivia y Leonidas Plaza y se fueron de buen yaguarlocro, guatita y seco de pollo, mientras servían la comida, contaban anécdotas de la vida.

Para Wellington de la A, el tiempo que hay entre la votación y la finalización es para disfrutarlo entre amigos y qué mejor en una mesa, a la hora del almuerzo: “Es un día diferente, porque luego de ejercer el sufragio aprovechamos para conversar con los amigos que no nos vemos tan seguido”, expresó.

Mientras que Álex Bohórquez, entre bromas no sabía si pedir guatita o yaguarlocro, lo mejor del día de elecciones para ellos fue volver a verse.

CAMELLAR

Mientras que para Daniel Rivera Cabrera, el día lo ocupó para vender jugo de naranja junto a su madrecita, balde tras balde para calmar la sed, lo que sí pedía que el sol se ponga más intenso y así poder vender más: “Mientras esperan los resultados, mejor yo vendo, porque después no hay dinero”, lo dijo en un tono sarcástico.

Y quien luego de trabajar en un restaurante sacó su teléfono y se puso al día en los videojuegos fue Joel Macías, un joven que en la vereda de su casa pasaban las horas viendo su celular, la idea era poder tener una distracción.

Fue un día raro, la gente tomaba las cervezas a escondidas, otros se encontraron con sus amigos y Luis González y Daniel Noboa comiéndose las uñas a la espera de los resultados.

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