La noche del sábado 6 de julio del 2024, una comerciante vendía sus corviches bajo un techado de zinc y madera, en la cooperativa Hermano Gregorio 2, en el cantón Durán. Además de comensales, allí estaba el cuarto de sus siete hijos. De un momento a otro, él pasó de la vida a la muerte violentamente.

Cerca de las 19:00 de aquel día, Jhon Anthony García Mina, de 27 años, fue asesinado. Recibió al menos dos disparos que le provocaron la muerte, a pesar de que intentaron salvarle la vida en una casa de salud.

(Te invitamos a leer: Increíble: espíritu de joven asesinado 'habla' con médium para calmar a sus padres)

La víctima se encontraba junto a su vehículo. Sus verdugos llegaron al sitio también a bordo de un carro, un Chevrolet Spark color negro, según comentaron testigos.

Los implicados en el hecho violento son cuatro sujetos, quienes estaban armados y se acercaron a García para dispararle.

En ese momento, los clientes que disfrutaban de los corviches se pararon y corrieron para que no los alcancen las balas. Pero García, quien estaba junto a su coche, no pudo alejarse con rapidez.

En su desesperación por salvar su vida, corrió unos metros para librarse de los matones. Pero al final no pudo lograrlo. Los individuos lo remataron más allá, para luego escapar.

El veinteañero resultó con una herida en la zona abdominal y otra en una pierna. En una moto lo llevaron a un centro médico, pero falleció.

La madre de la víctima, quien pidió no ser identificada por seguridad, recalcó que su hijo “no tenía amenazas con nadie, no se metía con nadie”. Y dijo que desconoce la razón por la cual acabaron con él a tiros.

(Entérate: Guayaquileña asegura ser la madre de una mujer que lleva 59 años buscando a su mamá)

“Mi hijo recibió disparos y también otro chico, pero él se fue, no sé de dónde era. Ese ataque tiene que haber sido para otra persona, no para nadie de mi familia”, declaró.

García no tenía antecedentes penales en el sistema informático de la Función Judicial. Trabajaba con un señor repartiendo cilindros de gas y era padre de una niña de cinco años.

Al oír los balazos, la mujer cogió a uno de sus nietos, de tres años, y se metió a su domicilio, ubicado en la parte trasera del techado en el que vende comida. Se tiró al piso con el pequeño, para evitar recibir los impactos de proyectiles. “Eso fue una ráfaga como de 30 tiros, pero dos alcanzaron a mi hijo”, añadió.

Dos minutos antes del crimen, el cónyuge de la madre de García se había retirado hacia la casa. Iba a recibir atención médica de un amigo de la familia. Eso fue clave para que no quede herido.

“Yo en ese momento me había levantado de al lado del fogón para irme adentro, porque el doctor venía a curarme. Si no hubiera entrado, ‘marchaba’ hasta el doctor”, explicó el hombre, aún sorprendido con la situación.

Este domingo 7 de julio, en el lugar donde ocurrió el suceso criminal, aún se veían en el piso los restos de los vidrios desprendidos del carro de García. Sus parientes trataban de conseguir dinero para comprar el ataúd y pagar una bóveda para el sepelio. 

¿Quieres leer más contenido de calidad y sin restricciones? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ A DIARIO EXTRA!