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“Tuvo una muerte feliz”
El cantante compartió día y noche junto a su hijo, durante los últimos 20 días de su vida. El sábado 20 de octubre lo despidió con lágrimas.
“Me dijo: ¿papi, por qué lloras por mí? No lo hagas, eres un excelente padre, no te preocupes...”, recordó ayer el popular cantante Delfín Quishpe mientras trataba de contener su llanto, durante el velorio de su segundo hijo, Luis Rolando Quishpe Urquiza, de 15 años.
Lo dijo en un breve discurso que ofreció a quienes llegaron para acompañarlo en su dolor, en la comuna San Antonio de Encalado, en el cantón Guamote, provincia del Chimborazo.
En su relato, comentó que sobre el lugar en el que se montó la capilla ardiente nació él, hace 40 años, y también su hijo, quien apenas había cumplido un año más de vida hace 25 días. Y fue justo después de eso que el adolescente tuvo un quebranto en su salud y fue necesario internarlo en un centro asistencial de Riobamba.
Luis Rolando padecía de la enfermedad de Crohn, la cual le fue detectada hace un año, en Quito. Este mal afectó gravemente su sistema digestivo y los médicos le habían ya advertido que no tenía cura.
Sin embargo, el muchacho nunca se deprimió. “Tomó más valor, disfrutó más de la vida. Le gustaba mucho autoeducarse. Él soñaba con ser científico y decía que algún día pasaría por Yachay (universidad especializada), pero que su objetivo era estudiar en los Estados Unidos”, rememoró Delfín.
También comentó que para él, su hijo fue su impulso y por eso planificaría algunos ofrecimientos en su honor. El primero será poner su nombre al rancho en el que fue velado. “En enero (del próximo año) haremos la inauguración. Pondremos un letrero que dirá: Bienvenido al rancho Luis Rolando”, afirmó.
Luego, Quishpe recordó que días después de que su hijo fuera internado, sintió algo en su corazón, que lo llevó a presentir que su hijo moriría. Por eso, suspendió todas sus actividades personales y artísticas, para permanecer día y noche junto a él.
“Estuve veinte días con él, no me le separé. Le daba de comer, cambiaba su pañal, hacía todo lo necesario...”, mencionó Delfín, antes de hacer una pausa, porque pese al dolor que sentía, no quería llorar.
“Lo vamos a sepultar en el cementerio de Guamote. Ahí tenemos bóvedas. Va a ser sepultado junto a su abuelo, a mi papá (...). Es algo que uno no se esperaba hasta hace un año”, comentó el artista. El pasado miércoles, Luis Rolando cantó una canción en duo con su padre. “Tomó un poquito de agua y con su boquita seca me pidió hacer juntos el tema El Mojado (que suena comúnmente en la época de carnaval)”,acotó el cantante.
Finalmente, Delfín afirmó que su hijo “tuvo una muerte feliz, porque no sufrió como otras personas con esta enfermedad. Sí, estaba flaquito, pero no padeció. Cuando llegó la hora de su muerte, nos despedimos: yo le di un beso en la frente y él me dijo adiós”.
Ceremonia
En la ceremonia hubo un mensaje dado por uno de los líderes religiosos de la comuna. Su mensaje se basó en el respeto y el amor que debe haber entre padres e hijos.
Toda la celebración religiosa fue en quichua, aunque la biblia que portaban estaba en español y sólo los versículos eran leídos en este idioma.
En el velatorio también hubo abundante comida. Fueron al menos cinco sacos de papas los que se utilizaron para, en dos ollas de un metro de ancho y uno de alto, preparar un caldo. Delfín ayudó en la preparación de los alimentos.
Pequeño error
Sopa sí, pero arroz en el cementerio
A las 13:00 empezaron a repartir una sopa de borrego a los presentes, en tarrinas plásticas. Al menos cinco personas se encargaron de la logística, pero de repente, alguien tomó el micrófono y pidió disculpas, porque habían calculado mal el tiempo y olvidaron hacer el plato fuerte.
Sin embargo, hizo una aclaración: el arroz sería repartido en el cementerio, tras sepultar el cadáver.