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En la residencia de Ketty, la sala fue la nueva habitación.FREDDY RODRÍGUEZ

Calor, insomnio y llanto de bebés: así son las noches en una Guayaquil sin electricidad

La ‘pípol’ de Guayaquil y otros sectores del país resulta afectada por los largos cortes de energía. La mayor parte de ellos se ‘mueren’ de calor 

El peor castigo que le pudieron dar a Katherine Márquez, madre de familia, fue residir en un sector que resultó afectado en la madrugada del miércoles 17 por un corte nocturno: ¡no pudo ni dormir de tanto calor que sentía!

Ella, residente de una urbanización ubicada en la avenida Francisco de Orellana, dice que el primero en despertarse fue su pequeño hijo Emiliano, de 3 años. “Mi ‘negrito’ fue el primero (en reaccionar ante el calor). Me pidió que le saque la ropa porque quería dormir”, expresa.

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En su caso, el corte de energía la ‘agarró’ en plena ruca: de 02:00 a 06:00. Es decir, ¡no ‘pegó’ ni un ojo! “Me tocó ventilarlo a mi hijo con un ojo abierto y uno cerrado porque tenía sueño, pero era imposible conciliarlo”, dice Katherine.

Su única solución fue abrir la ventana de su habitación para intentar refrescarse un poco y esperar pacientemente hasta que el servicio sea reanudado.

Sin embargo, Lourdes López, residente de los condominios de la Armada de Sauces 4, aparte del calor, tuvo que aguantar llanto: en el edificio, de tres pisos, cuatro niños recién nacidos se quejaron toda la noche por la alta temperatura.

En el condominio en el que reside Lourdes López, los vecinos se mantenían en la parte exterior aún durante la mañana debido al calor.FREDDY RODRÍGUEZ

“A nosotros se nos fue la luz de 03:00 a 06:00 y parecía que se acababa el mundo. Calor, por un lado y, por otro lado, los niños lloraban incansablemente... es comprensible que lloren de esa manera porque los departamentos son chiquitos y no ‘corría’ ni un poquito de viento”, afirma la mujer.

Por su parte, aun en la mañana de ayer, ella y sus vecinos continuaban sin energía eléctrica. Y tanto era el ‘bochorno’ que sentían que habían juntado algunas sillas en el espacio compartido del edificio para tener algo de comodidad.

“No es posible que pasemos tantas horas sin luz, peor con niños que no entienden qué es lo que pasa, sino que solo sienten la molestia”, enfatiza.

3 horas es el promedio del corte de energía en distintos sectores de la ciudad.

Por su parte, Ketty Rosero, cuyo domicilio se ubica en la cooperativa Juan Montalvo, no se aguantó las altas temperaturas que se percibían al interior de su vivienda.

“Aquí solo dormimos tres personas, pero solo yo me levanté de la cama y vine a la sala a dormir. Me acosté en uno de los muebles y abrí la ventana”, dice y detalla que el apagón en su sector fue en el mismo horario en el que afectó a Katherine y Lourdes.

En la residencia de Ketty Rosero, su hija ni cuenta se había dado de que no había energía eléctrica y se quedó en su habitación.FREDDY RODRÍGUEZ

Ella asegura que su residencia se asemejaba a un horno: ¡no había espacio que no pareciera que quemara y ‘asara’ como alimentos a los que estaban dentro!

“Yo tengo dos ventiladores pequeñitos en mi dormitorio, pero no me sirvieron para nada porque la luz se fue. Además, toca dormir cómoda y fresca porque sino nos ahogamos en el intento”, finaliza Ketty.

Pero los habitantes del sur de la Perla también ‘penaron’ por los efectos de la falta de ventilación: En Tungurahua y Oriente, zona del Cristo del Consuelo, la ‘pípol’ salió a los balcones a ‘ventearse’ un poco ante el insomnio por el calor. Es el caso de Catalina Chamba y su esposo Pablo Véliz.

“Es algo inexplicable... Tuve que asomarme porque sentía que me sofocaba y, para colmo, los niños parecen zombies”, comenta.

Su comparación nace de la semejanza de su hijo Sebastián y su nieta Paullette al andar por la casa con sueño. “Es mala la comparación, pero es la única manera que encuentro”, dice entre risas.

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